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El efecto isla de calor: el motivo por el que las ciudades se 'asan' en verano

La llegada del verano provoca el denominado efecto isla de calor en las ciudades, con aumentos de la temperatura de hasta cinco grados por encima de los entornos no urbanos, que se ve acentuado por el cambio climático

El efecto isla de calor se produce en las ciudades con el aumento de la temperatura en verano.

El efecto isla de calor se produce en las ciudades con el aumento de la temperatura en verano. / ÁNGEL DE CASTRO

Laura Rabanaque

Laura Rabanaque

Zaragoza alcanzó la semana pasada temperaturas por encima de los 40 grados, así que ya casi podemos decir que ¡está aquí el verano! A más de uno se nos hace la boca agua pensando en las vacaciones en el pueblo o en la playa, además de por la falta de obligaciones, por otra razón de peso: en estos lugares hace mucho menos calor.

Con la llegada del verano y la subida de los termómetros, los habitantes de las ciudades nos asamos y esto tiene su explicación en el fenómeno conocido como isla de calor que se ha acentuado aún más con el cambio climático y el calentamiento global.

Según el arquitecto urbanista Javier Tobías, "el efecto isla de calor tiene lugar en todas las ciudades y se produce por los materiales, las actividades y los usos de los espacios, que dan como resultado un aumento de las temperaturas de hasta cuatro o cinco grados por encima en relación con los entorno no urbanos".

El calor extremo puede provocar muertes en ancianos o trabajadores al aire libre.

El calor extremo puede provocar muertes en ancianos o trabajadores al aire libre. / JORDI OTIX

El experto explica que este fenómeno afecta sobre todo al confort de quienes viven en las urbes, al no poder salir a la calle en algunos momentos del día, y también puede causar problemas de salud a largo plazo y, en los casos más graves, provocar incluso la muerte por golpe de calor.

Hay distintos factores que influyen en la aparición del efecto isla de calor, "como la presencia de zonas verdes o, en el caso de Zaragoza, la proximidad a cualquiera de sus ríos, que producen microclimas distintos que pueden hacer bajar algo la temperatura". Los pavimentos, la densidad de la edificación o incluso los colores con los que están pintados los suelos y los edificios, también pueden hacer que el mercurio suba o baje de manera significativa.

¿Cómo se puede evitar el efecto isla de calor?

Las ciudades llevan tiempo tomando medidas frente al cambio climático como el establecimiento de zonas de bajas emisiones, la apuesta por la movilidad sostenible o el diseño de nuevos espacios urbanos adaptados a estas condiciones.

Según Tobías, para mitigar el efecto isla de calor se pueden realizar acciones como "plantar más árboles, que no solo producen sombra sino que también tienen un efecto de evaporación que refresca el ambiente", o la elección de materiales para el pavimento "más permeables y un poco menos densos" que el asfalto y el hormigón, que predominan en los paisajes urbanos y que absorben una gran cantidad de calor durante el día y lo liberan por la noche.

El urbanismo puede hacer frente al cambio climático evitando el efecto isla de calor.

El urbanismo puede hacer frente al cambio climático evitando el efecto isla de calor. / ÁNGEL DE CASTRO

"También hay ciudades que están aplicando pinturas sobre los pavimentos con colores claros para que el propio suelo o los edificios reflejen más la luz y capten menos calor", cuenta el arquitecto.

Otra posibilidad es la colocación de elementos de sombreado en los espacios públicos, como las pérgolas, que pueden ser más o menos tupidas e incorporar nebulizadores de agua. Según Tobías, esta puede ser una buena opción para protegerse del calor en "espacios que acaban de ser urbanizados y donde aún no ha crecido el arbolado".

Los refugios climáticos, una alternativa frente a las olas de calor

Si tienes la suerte de vivir una casa con aire acondicionado o con piscina, el calor del verano se lleva mucho mejor, pero no todo el mundo dispone de estas comodidades en su hogar. Por eso es importante que las ciudades se preparen para combatir las altas temperaturas y proporcionen a sus habitantes lugares frescos en los que cobijarse cuando el mercurio aprieta. En eso consisten los llamados refugios climáticos, "espacios exteriores o interiores, normalmente públicos, en los que los ciudadanos pueden estar seguros frente a las olas de calor", define el arquitecto Javier Tobías. 

Al aire libre, hablamos sobre todo de "plazas y parques con mucha sombra, bien arbolados, con acceso a agua y espacios para sentarse", cuenta el especialista. Por su parte, los refugios climáticos cerrados son espacios climatizados donde la gente puede estar sentada realizando alguna actividad, teniendo agua cerca para mantenerse hidratada.

Los parques con sombra y fuentes de agua son un buen lugar para refugiarse del calor.

Los parques con sombra y fuentes de agua son un buen lugar para refugiarse del calor. / ANDREEA VORNICU

Según Tobías, "lo que muchas veces se reivindica es que edificios como los centros cívicos, los centros de salud o los centros escolares puedan actuar como refugios climáticos frente a las olas de calor, permaneciendo abiertos durante más tiempo y con algún tipo de señalización, y que existan recursos al alcance de los ciudadanos, como mapas, para que sepan donde hay un refugio cerca», que en el mejor de los casos debe estar situado a unos 300 o 500 metros de sus viviendas.

Algunas ciudades, como Zaragoza, contemplan en sus planes de adaptación al cambio climático la existencia de esta red de refugios climáticos como alternativa para refrescarse y evitar muertes durante los episodios de calor extremo, aunque según Tobías, no se ha avanzado mucho en su desarrollo.

Y tú, ¿conocías el efecto isla de calor?, ¿se te ocurren más medidas para evitarlo?