TIENE 79 AÑOS Y ES DE ALCOLEA DE CINCA, EN HUESCA, AUNQUE LLEVA 50 AÑOS VIVIENDO EN LA INDIA

SE OCUPA DE VARIOS CENTROS DE ENSEÑANZA PARA LAS CASTAS MÁS BAJAS EN LA REGIÓN DE GUJARAT

TRATA DE DAR FORMACIÓN A LOS JÓVENES EXCLUIDOS PARA PREPARAR SU ACCESO A LA UNIVERSIDAD

LAMENTA QUE LA EDUCACIÓN ESTATAL DEJA FUERA DEL SISTEMA A VARIOS SECTORES DE LA POBLACIÓN

-- ¿Qué labor realiza en la India?

-- Como todos los misioneros desempeño un trabajo religioso y otro social. Ambas facetas, en la parte en la que vivo, tiene que ver con la gente de las castas más bajas. Han estado sumamente explotados, pues no tenían derecho a ir a un hospital, ya que si iban manchaban el centro. En uno de mis primeros viajes mataron a uno de ellos por entrar en un templo hindú, y nadie lo reprochó porque se había metido dentro. Decían que la culpa era suya. Tampoco se les admitía en las escuela, por la misma razón.

-- ¿Cómo se trabaja con las castas más bajas?

-- El primer trabajo que desarrollé tenía que ver con su formación. Creamos escuelas e internados para ellos, pues era el único modo de hacerlo. Las escuelas de la misión tenían muchas diferencias con las del gobierno porque no es igual ser maestro por la paga que ser maestro por el bien de la gente. Y ese ha sido nuestra principal tarea, con la que todavía seguimos. Es para la gente pobre y nunca se hace ninguna distinción por religión. Tampoco se les rechaza por falta de dinero, aunque siempre siempre tienen que pagar lo que puedan. Nunca es gratis porque en la India lo que se hace gratis quiere decir que no tiene ningún valor.

-- ¿Cómo son estos centros?

-- Se comenzó en principio con escuelas primarias, que en la India eran de uno a cuatro cursos. Ahora son de ocho. En casi todos los centros se ofrece primaria y secundaria, y en los principales se hacen los cursos comunes de las carreras de ciencias y letras. Pasan prácticamente diez años con nosotros. Además, allí se insiste mucho en los valores, porque si a un pobre lo educas y le das influencia, pero sigue con el corazón egoísta, supone poner un tirano en el lugar de otro.

-- ¿En cincuenta años la vida de estas comunidades ha cambiado mucho?

-- A nivel de la India cuando yo llegue los líderes eran personas que habían luchado por la independencia. Todos eran gente muy bien preparada y de gran integridad. Después, poco a poco, esos puestos clave fueron ocupados por políticos a los que les preocupaba mucho más su bolsillo y su prestigio que la gente. Luego en la India, la corrupción, que está en todas las partes, está más presente. Nosotros con los jóvenes queremos que adquieran responsabilidad, que cometan los errores lo antes posible. De todos modos, yo les digo que mi obligación ahora es no molestar y no dar consejos.

-- ¿Con qué ayudas se han sacado adelante estos centros formativos?

-- Hay gente que tiene una gracia especial para pedir. Para pedir hace falta gracia, hace falta talento y hace falta caradura. A mi me faltan las tres. De este modo me encontré en la primera misión en la que estuve que el que me había precedido era un manirroto, le llegaban diez por un lado y gastaba quince por el otro. Dejó la caja fuerte vacía y gracias a las historias que publicaba en la revista de los jesuitas me fueron enviando fondos y nunca me faltó de nada. Jamás he dejado de hacer nada por falta de dinero, casi siempre de personas desconocidas, que solo conozco de nombre cuando les escribo.

-- ¿Porqué decide trasladarse a la India?

-- Lo raro es conocer cómo acabé de jesuita, que era una de las muchas ideas que tienes cuando haces el bachillerato. Después, casi todos los que entraban iban directamente a sudamérica. Los que iban a Japón, China y la India tardaban más tiempo. En mi caso estaba destinado a quedarme en la orden, para renovar los miembros, hasta que al cabo de diez años por un problema de visados me ofrecieron el puesto y acepté sin dudar, aunque ya tenía 28 años, bastante mayor para lo que era normal.