El acrónimo ONGD (organización no gubernamental para el desarrollo) es un término ampliamente conocido por la sociedad actualmente. La cooperación para el desarrollo comienza a ponerse en marcha después de la II Guerra Mundial con la ayuda prestada por Estados Unidos a Alemania a través del Plan Marshall. También con las políticas de ayuda hacia las excolonias por parte de las metrópolis, y como no, con la ayuda interesada de las grandes potencias hacia terceros países con el telón de fondo de la Guerra Fría en un mundo polarizado entre dos bloques dominantes.

España, para finales de los años setenta, era considerada por el Banco Mundial como un país en vías de desarrollo y, por este motivo, no disponía de una política de cooperación propia. De esta manera, éramos receptores de ayuda. En la década de los 50 recibíamos ayuda estadounidense; entre otras cosas, la famosa leche en polvo para los centros escolares.

Es a partir del año 1955 cuando empezamos a tener constancia de las primeras oenegés de desarrollo propias. No obstante, el boom de la solidaridad surge en los años 80. Así, un momento especial fue la visibilidad que se alcanzó con las acampadas del 0,7, en el año 1994. Un compromiso que, hoy en día, dista de ser alcanzado. ¿Recuerdan el lema «0,7, ya, más y mejor»?

El concepto cooperación implica trabajar al lado de, junto a, ni por encima ni por debajo. Presupone una relación entre iguales, se olvida de la subordinación y de los privilegios. Esta es la clave de una colaboración norte-sur, es el objetivo en relación con las contrapartes.

En la tipología de las oenegés de desarrollo nos encontramos con religiosas, político-sindicales, solidarias, internacionales, universitarias, oficiales (que son dependientes de los organismos gubernamentales) o profesionales, entre otras.

En cuanto a sus líneas de actuación, están los programas y proyectos de desarrollo, la ayuda humanitaria y de emergencia, la sensibilización social y la educación para el desarrollo y la ciudadanía, la incidencia y presión política, la investigación y estudios y, finalmente, el comercio justo y el consumo responsable.

Estas últimas pretenden implicar a la ciudadanía del norte como consumidora empoderada, reclamando una actitud más austera frente al consumismo de nuestras sociedades y demostrando que, a veces, detrás de un producto o marca pueden encontrarse condiciones de explotación laboral.

Las oenegés de desarrollo (u ONGD), siendo consecuentes con nuestra tarea, no debemos dejar de reflexionar, debatir e interrogarnos sobre nuestro papel en este mundo tan complejo, para seguir aportando soluciones encaminadas a que la utopía este un poco más cercana en el horizonte.

No podemos olvidarnos de que, en el mundo de la solidaridad, existen otras oenegés que trabajan en el ámbito de la ecología, los derechos humanos, las migraciones o las banca ética, por citar unos ejemplos.

La mayoría de las oenegés de desarrollo en Aragón forman parte de la Federación Aragonesa de Solidaridad (FAS), que nació en el año 1994. Actualmente la conforman 51 entidades que a su vez están trabajando en redes como Africagua, la Alianza Aragonesa contra la Pobreza, la Cátedra de Cooperación para el Desarrollo de la Universidad de Zaragoza, el Consejo Aragonés de Cooperación, la Asociación de Economía Social de Aragón, el Mercado Social de Aragón o la Coordinadora de Comercio Justo de España. La finalidad es lograr alianzas para trabajar conjuntamente en pro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.