El mundo reconoce que la pandemia y el cambio climático se solucionarán globalmente. Lamentablemente, la perspectiva global de los problemas ha quedado fuera y no hay referencias a la solidaridad en las agendas operativas. Están olvidados los compromisos internacionales con la Agenda 2030 y el Acuerdo de París.

La Federación Aragonesa de Solidaridad (FAS) y sus organizaciones estamos preparadas y dispuestas para contribuir a esa tarea. El cambio cultural debe estar presente en todas las estrategias y en las acciones de las administraciones públicas. Estamos a tiempo, aún podemos afrontar los grandes programas. Sería un gran error permitir que se pierda esta oportunidad de avanzar hacia una sociedad más justa.

Los grandes objetivos de la recuperación y transformación no se alcanzarán solo con reformas y medidas económicas y tecnológicas. Hace falta un cambio de cultura y procedimientos en las políticas públicas y en la actuación de los principales agentes, donde la visión holística, el enfoque multidisciplinar, los sistemas de análisis y participación y la transparencia son claves.

La educación para la ciudadanía global y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) deben ser protagonistas en el sistema educativo con su papel transformador. Ahora son más necesarios que nunca para lograr una ciudadanía reflexiva y con conciencia crítica, que le lleve a desarrollar acciones que contribuyan al desarrollo sostenible.

El apoyo al comercio justo, a las empresas sociales, cooperativas y otros actores de la economía social y solidaria y a la agricultura y prácticas ecológicas se debe convertir gradualmente en la norma. Estas políticas deberían incluir el respaldo empresarial a las organizaciones productoras para que accedan a nuevos mercados, el acceso a una financiación accesible y flexible, así como la sensibilización de la ciudadanía y, en particular, de la juventud. La adquisición pública responsable debe ser la norma, dando prioridad al comercio justo y a la economía social en la concesión de contratos públicos.

Cabe recordar que el voluntariado representa un espacio natural de promoción de ciudadanía activa. Se tendrán que contemplar medidas que lo estimulen, generar entornos favorecedores para su articulación y organización, dotarlo de capacidades y herramientas y potenciar la participación ciudadana.

Debemos acudir al conjunto de la población y trabajar desde y con los medios de comunicación, respondiendo a la urgencia de alcanzar a capas amplias de la sociedad e influir en los mecanismos de formación de opinión pública, esenciales para la implementación de nuevas políticas y fomentar los conceptos de interdependencia, solidaridad, corresponsabilidad y de apoyo y fomento de la diversidad.

El cambio cultural requiere que se generalice este concepto de ciudadanía global y, junto a los ODS, se incorpore a los discursos y a los currículos. Que el consumo responsable y el comercio justo salgan de sus nichos minoritarios. Que la cultura de la corresponsabilidad y la coherencia de políticas dejen de sonar como algo extraño. Hay que crear palancas para movilizar la voluntad colectiva y gestionar la esperanza. H