La sociedad avanza, las instituciones se resisten

Erik García

Cuando hablo con gente que no está metida en movimientos sociales ni conoce las demandas que las personas trans llevamos exigiendo desde el principio de la democracia, compruebo que mucha ni se ha enterado de que Aragón cuenta desde el 2018 con una ley que nos apoya y reconoce unos derechos que, aun hoy, siguen sin respetarse.

Cuando doy talleres formativos, mucha gente se sorprende de que todavía hay quienes no respetan los derechos a una educación libre de violencia, al pleno empleo ni a vivir en un núcleo familiar que proteja el interés superior de las infancias trans. Solo hay que a mirar los comercios, y no verás a personas visiblemente trans trabajando de cara al público, o a nuestra atención sanitaria, que no está libre de violencias.

Y, a pesar de todo esto, los representantes de esos ámbitos en el Comité Consultivo Trans de Aragón se niegan a aplicar la ley trans y a ofrecer a sus trabajadores lo que por ley es obligatorio: una formación para el trato ético con las personas trans, no por gusto, sino por la cantidad de quejas y reclamaciones –además, todas ellas sin respuesta- que prueban dicha necesidad.

En Aragón se ha avanzado, pero no del todo. La sociedad está concienciada, pero las administraciones y las instituciones todavía se resisten. Solo ha habido una parte que ha entendido que no se nace sabiendo, sino que se ha de aprender de forma constante. Una de ellas ha sido María Goikoetxea, directora del Instituto Aragonés de la Mujer, llegada a Podemos desde los movimientos sociales y que ha contribuido en gran medida a la protección y cuidados de las mujeres trans.

Dentro del ámbito educativo, se ha impartido a los responsables de que en los centros educativos se respete la igualdad de todas las personas una formación tránsfoba y patologizante hacia las personas de nuestro colectivo, defendida por la representante de Departamento de Educación del Gobierno de Aragón en el Comité Consultivo Trans. Algo tan sangrante como los chascarrillos igualmente tránsfobos que tuvimos que soportar de dicha representante, pero no tanto como lo que tienen que vivir los y las estudiantes trans.

A este respecto, tuvimos que enviar dos correos al consejero de Educación del Gobierno de Aragón, Felipe Faci, pero no obtuvimos respuesta hasta el segundo. Imagino que al principio no quisieron ni contestar porque pensarían que íbamos a dejar pasar otro ataque desde posiciones institucionales, como llevamos soportando desde Visión Trans a lo largo de diez años de actividad. Parece mentira que no nos conozcan ya.

Cuando al fin respondieron a nuestro segundo correo, desde Educación nos trasladaron que no encontraban motivo para nuestra queja. Para, a continuación, caer en una contradicción, pues alegaban que, “en cualquier caso”, si el contenido del curso era tránsfobo y patologizante, los responsables de igualdad eran lo suficientemente profesionales como para discernirlo. Pero el uso de expresiones como “ese tipo de alumnado” para referirse al estudiantado trans denotan que respeto, de base, no hay.