Tan cerca y tan lejos

Dos investigadores del proyecto ODS Rural Labs de la Cátedra de Cooperación para el Desarrollo de la Universidad de Zaragoza analizan la percepción y el impacto de la Agenda 2030 en el medio rural

Taller sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible impartido en Remolinos (Zaragoza).

Taller sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible impartido en Remolinos (Zaragoza). / P. E. Almaguer Kalixto

Patricia E. Almaguer / Pedro J. Escriche

Aunque los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 se proponen como un instrumento para abordar los retos del desarrollo a nivel global, la realidad es que siguen sin herramientas claras para acercarse a los contextos donde más se necesitan, como es en el medio rural. Esto sucede en muchas partes del mundo, y España no es una excepción.

Como hemos visto en las últimas semanas, dejar el campo ‘para después’ está siendo altamente contraproducente. La Agenda 2030 no solo se percibe lejana, sino como algo que viene impuesto desde las urbes, con poco o nada que ver con la realidad de un pueblo o una comunidad que lucha a diario de manera silenciosa para no desdibujarse en el mapa de la globalización.

Logo de Cátedra de Cooperación para el Desarrollo de la Universidad de Zaragoza.

Logo de Cátedra de Cooperación para el Desarrollo de la Universidad de Zaragoza. / Universidad de Zaragoza

Lo cierto es que las voces que se alzan desde la periferia tienen razón: hay pocas iniciativas para entender el medio rural y su complejidad desde la óptica de los ODS. Desde el inicio, la perspectiva rural ha estado casi ausente de la Agenda 2030, al igual que en el ámbito político estatal, desde donde ni se ha puesto énfasis ni recursos para promover su relevancia en dichos contextos.

El medio rural queda lejos y se ha considerado instrumental de las ciudades: prestador de servicios ambientales, de ocio y proveedor de alimentos. En la práctica, en estos nueve años de implementación de la Agenda 2030, la mayoría de acciones han ido enfocadas al espacio urbano. Esto, al final, va mermando el entusiasmo, la expectativa y el compromiso de todos. Si eso sucede en España, imaginemos en otros países con menos solidez institucional y recursos.

Estos son algunos de los resultados que hemos contrastado desde el Laboratorio de Innovación Social para el Medio Rural y Periurbano (ODS Rural Labs) que la Universidad de Zaragoza puso en marcha, en convenio con la Diputación de Zaragoza y la Federación Aragonesa de Solidaridad. Desde 2019, hemos trabajado de la mano de políticos y funcionarios locales, asociaciones, vecinos, escuelas y otros actores clave del territorio para realizar diagnósticos en Ejea de los Caballeros, Tauste, el valle del Manubles, la Ribera Alta del Ebro y Tumaco (Colombia).

El proyecto tuvo buena aceptación porque proponía que fueran los mismos habitantes quienes, a través de técnicas de investigación-acción participativa, generaran diagnósticos actualizados de la problemática del territorio desde la óptica de la Agenda 2030, identificando al mismo tiempo la percepción sobre los ODS y, sobre todo, conociendo su pertinencia en esos contextos.

De ahí constatamos que los ODS no pueden quedarse en lo abstracto, siendo necesario generar herramientas para vincularlos a la realidad de las poblaciones. El diagnóstico comunitario es un primer paso, y sus resultados, con problemas identificados y propuestas, deben convertirse en un plan de acción local real y con recursos. Depende del compromiso institucional concretar los ODS en acciones transformativas, identificando las necesidades actuales con una mirada transversal, como la que propone la Agenda 2030.

“Primero tuvimos que aprender qué eran los ODS, porque no sabíamos, y ya fuimos clasificando las necesidades que teníamos en el pueblo, hablando de lo que teníamos. Nosotros les llamamos las necesidades para un pueblo rural; ustedes, ODS”, explicaba una de las participantes en el proyecto acerca del proceso. “Sin embargo, nos ha ayudado mucho a darnos cuenta de que una cosa va junto con la otra, y que al final todo es lo mismo. Para trabajar necesitaría tener la carretera bien, necesitaría comunicación y servicios para poder vivir aquí”.

Participar en la toma de decisiones sobre su presente y su futuro es lo que reclama la población del medio rural, y no se traduce solo en que se puedan poner más o menos pesticidas o tener más o menos regulaciones de producción, sino en poder asegurar un futuro para la población de todas las edades que quieren seguir viviendo ahí. El problema no es la Agenda 2030, sino el compromiso de implementar acciones que cambien a mejor la situación en esos territorios.

Logo de ODS Rural Labs y del ODS 11.

Logos de ODS Rural Labs y del ODS 11. / ODS

Por un mundo rural vivo

La investigación-acción participativa y el diagnóstico comunitario buscan propiciar reflexión individual y colectiva en torno a problemas sociales. En este proyecto se pregunta: ¿Cómo es vivir en el pueblo? y ¿Qué es lo que más se aprecia y valora y lo que más se padece y sufre?

En los resultados se constata que la cohesión social, el paisaje, la tranquilidad y la posibilidad de hacer deporte al aire libre son factores altamente valorados. Lo que más preocupa es la falta de servicios para los mayores, de oportunidades para la juventud y de infraestructuras de comunicación.

En palabras de una participante de un grupo motor, “estamos trabajando para que esto dure”, pero a veces tienen la sensación de tener todo en contra. Debe preocupar que se perciba que, “política y económicamente, interesa que los pueblos desaparezcan y concentrar la población en las ciudades. Todo apunta a ello, pero, ¿quién vertebra el territorio, sino las personas que viven en él?”. Y es que los vecinos que han participado en los laboratorios se encuentran profundamente preocupados por la sostenibilidad de sus formas de vida y el futuro de un mundo rural que quieren vivo para 2030, y más allá.

 Más información en www.odsrurallabs.com.