ENTREVISTA | Miriam Lyle Cuentacuentos

“Los cuentos enseñan valores, pero pueden limitar nuestro potencial”

Canadiense afincada en España, utiliza los cuentos para transmitir valores medioambientales y de igualdad

Se dedica a esta tarea desde su consultora The Story Factory, con la que colabora con oenegés e instituciones

Participa en un proyecto educativo sobre igualdad de género y la Agenda 2030 de la Fundación Más Vida

Miriam Lyle, fundadora de The Story Factory y promotora de los derechos de la infancia.

Miriam Lyle, fundadora de The Story Factory y promotora de los derechos de la infancia. / El Periódico de Aragón

M. G. C.

“¡Cuánto daño ha hecho Disney!”. ¿Qué hay de verdad tras la broma?

Bastante. Las versiones animadas de Disney se basaban en los cuentos de hadas de hace más de 300 años, cuyas narrativas y construcción social de género y relaciones corresponden a otra época. Era habitual que la mujer, aunque protagonizase el cuento, no fuera realmente la protagonista, sino el hombre o príncipe que de repente aparecería y la salvaba, reforzando la idea de que por sí sola no podía resolver sus problemas. Y el único final feliz para una mujer era el matrimonio. Otro elemento son los besos sin permiso, como en la Bella Durmiente o Blancanieves. Son las narrativas que han perdurado en el tiempo. Y, como una imagen vale más que mil palabras, esta narrativa, ahora audiovisual, se fija más fácilmente en nuestro imaginario colectivo. Pero las cosas están cambiando. La sociedad pide verse reflejada.

¿Tanto potencial tienen los cuentos para transmitir valores e ideas?

Sí. Igual estamos perdiendo la tradición de contar cuentos de hadas, con tanta pantalla y contenido audiovisual, pero sus códigos, narrativas y discursos de género siguen presentes en las series y películas infantiles. Refuerzan la idea de que las cualidades y comportamientos masculinos son más valorados que los femeninos, mientras siguen promoviendo que las niñas se preocupen por su apariencia y traten sus cuerpos como objetos sexuales para el consumo de otros.

¿Perpetúan estas historias infantiles las desigualdades de género?

Al final, interiorizamos los mensajes. “Si es solo un cuento”, o “solo es la tele”, pero, cuando eres pequeño o pequeña, ¿realmente sabes distinguir la realidad de la ficción? Los cuentos enseñan valores, nos ilusionan, nos dan modelos a seguir, nos vemos representados y representadas en ellos, queremos ser como los y las protagonistas. Al final, generan aspiraciones. Y por eso mismo también pueden limitar todo nuestro potencial, si solo nos vemos representadas de la misma manera una y otra vez. También pueden condicionar nuestra manera de relacionarnos con otras personas, sobre todo en las relaciones sentimentales.

¿Es necesario darles un nuevo enfoque?

Ya se está haciendo. Hay muchos cuentos nuevos de escritoras y escritores de hoy en día que les han dado la vuelta y han generado nuevas narrativas que potencian la igualdad, la inclusión y la diversidad. Estas versiones llegarán en algún momento a series o películas. Pero estos cuentos tuneados seguirán coexistiendo con otras versiones, por lo que hay que ser críticos y escoger las que sirvan para generar conversaciones sobre la igualdad en entornos familiares y educativos.

¿Es lo que hace usted con The Story Factory (La fábrica de historias)?

Llevo más de 20 años en España en el mundo de la cooperación al desarrollo y la educación para la transformación social, pero también me gusta escribir, escenificar y crear a través del arte. Decidí unir mis dos pasiones y fundé The Story Factory, una consultoría que ofrece cuentos y talleres creativos para no solo educar la mirada, sino promover la participación y ciudadanía global activa.

¿Con qué herramientas?

Rescato la tradición oral para transmitir valores, adaptando los formatos a la edad y madurez del público, como punto de partida para una reflexión posterior y un análisis crítico de la realidad que favorezca la toma de conciencia de infancia, jóvenes y adultos y refuerce su rol como agentes de cambio. Los talleres integran siempre la participación, dinámicas teatrales, juegos y actividades de creación artística con los que, además, nos lo pasamos muy bien.

¿Qué trabajó en el taller con estudiantes de Magisterio de la Universidad de Zaragoza?

Conocimos los elementos y discursos de género que los cuentos han mantenido con los años y su impacto. Y ofrecí herramientas para trabajarlos en el aula desde una mirada crítica. Las y los educadores tienen un papel fundamental en la sociedad y son transmisores de valores, por lo que debemos educar nuestra mirada antes de educar la de los demás. Desaprender para volver a aprender.

Este taller formaba parte del proyecto de educación para el desarrollo Aragón en el camino hacia la igualdad de género, de la Fundación Más Vida. ¿En qué consiste?

El proyecto, apoyado por el Gobierno de Aragón, se centra en la implementación de prácticas educativas innovadoras dirigidas a la comunidad escolar, con el propósito de promover una cultura de igualdad de género y respeto mutuo desde las etapas más tempranas de la educación hasta la universidad, buscando sensibilizar a la futura docencia en igualdad. Contempla sesiones de cuentacuentos, talleres participativos, espacios de encuentro y mucho más.

Con los tiempos que corren, cuando trabaja con niños, ¿teme que le acusen de adoctrinamiento?

Ya me ha ocurrido. Llevo bastantes años entrando en el aula, pero en los últimos, y sobre todo con el tema de igualdad de género, encuentro muchas resistencias entre el alumnado, como si la cosa no fuera con ellos. Yo no adoctrino, expongo una situación o realidad y facilito que el alumnado se acerque a ella a través de una reflexión o dinámica de experimentación creativa. Así, digamos, juega con esa realidad, antes de llegar a sus propias conclusiones. Es necesario crear conciencia y dar las herramientas para realizar un análisis crítico de la realidad.