Artículo de firma invitada

Voluntariado contra la soledad no deseada

Laura Correas

En muchos países, la soledad se ha convertido en uno de los principales contratiempos de la sociedad. Hoy ya reviste gravedad, pero, en un futuro, podría equipararse a un auténtico problema de salud pública global, como, por ejemplo, la obesidad.

Actualmente, en la comunidad autónoma de Aragón hay 73.000 personas mayores de 65 años que viven en soledad. De estas, el 61% son mujeres. Y el 23% considera que se sienten solas y solos durante todo el día.

Seguramente, en algún momento de nuestra vida hemos podido sentirnos solos, aunque haya sido de manera efímera. Sin embargo, una vez lo sientes en tu propia carne, es más fácil poder empatizar con los sentimientos y sensaciones que tiene una persona que la sufre de forma crónica. 

La soledad negativa se caracteriza porque no es elegida por quien la sufre, y se prolonga en el tiempo con consecuencias perjudiciales. Es algo muy personal y, por lo tanto, cada sentimiento de soledad es único e intransferible, y provocado por causas muy diversas. 

Se produce por la confluencia de tres crisis diferentes que puede experimentar una persona, en cualquier etapa de su vida. La primera, la crisis de identidad, que se produce por la pérdida de roles y rutinas; la segunda, la de la autonomía, debido al propio deterioro físico y cognitivo que se experimenta en esta etapa; y, por último, la crisis de pertenencia, vinculada a la merma de las relaciones sociales.

Una de las principales consecuencias de la soledad negativa es la modificación de hábitos diarios, como la alteración de las horas de comida y sueño y la disminución de rutinas, que puede generar otros problemas como insomnio o trastornos alimenticios. También reduce las capacidades cognitivas, empeora el funcionamiento vascular y produce cambios en el sistema inmunológico.

Hace que disminuya la actividad física, pudiendo afectar de manera grave a la movilidad y a la fuerza en las extremidades. Y acaba provocando la aparición de trastornos psicológicos de índole variada: depresión, ansiedad, fobias, sentimiento de abandono, apatía...

Desde la Fundación Ramon Rey Ardid estamos aportando nuestro granito de arena a través del programa 'Apoyo social para actuar en situaciones de soledad no deseada en Aragón'. Creemos firmemente que las personas mayores, aunque vivan solas, no tienen por qué sentirse así.

A través de acciones concretas, como actividades intergeneracionales y de participación comunitaria, tenemos como objetivo favorecer el acceso en igualdad de condiciones, reconocer su valiosa contribución a la sociedad y la construcción de una comunidad más inclusiva y equitativa para todas las edades.

Para llevar a cabo esta iniciativa, es imprescindible la participación del voluntariado. Las personas interesadas en colaborar pueden contactar en: programasoledad@reyardid.org y 976 740 474. Y, como reflexión final, compartimos el lema del programa, que refleja la importancia de trabajar desde un enfoque comunitario: “Todos nacimos con la habilidad de cambiarle la vida a alguien”.