Sanz Gadea, el médico de los pobres

Juan Cañada Guallar

Entre los aragoneses más condecorados y homenajeados en el siglo XX, destaca el turolense Dr. Joaquín Sanz Gadea. Además de obtener el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia, fue candidato durante tres años al Nobel de la Paz. Otras distinciones nacionales e internacionales lo convierten en una figura única y modélica. Su historia profesional y personal está ligada a la antigua colonia belga del Congo y a los más pobres de África.

De familia humilde, su padre, cartero rural en Castel de Cabra, y su madre, maestra, trabajaron duro para dar a sus hijos una educación casi inaccesible para la población del campo de aquella época. En 1930 los destinaron a Teruel, donde nacieron los gemelos Joaquín y Ricardo. Unos años más tarde, se trasladaron a Madrid, donde sus hijos tendrían más oportunidades de realizar estudios universitarios.

Tras licenciarse, Joaquín Sanz Gadea se especializó en Medicina tropical en la Universidad de la Sorbona. Poco después, la Organización Mundial de la Salud solicitó voluntarios para trabajar en el antiguo Congo Belga, ya que, tras su independencia, la mayor parte de los profesionales occidentales decidieron regresar a sus países de origen. Solo se quedaron las religiosas que realizaban tareas de enfermería y los misioneros que ejercían como maestros y acogían a los niños huérfanos y abandonados.

El 18 de julio de 1961, dos semanas antes de partir para el Congo, el Dr. Sanz Gadea se casó con María Teresa Gómez, que pasó medio año hasta conseguir el visado y autorizaciones para trasladarse al Congo y reencontrarse con su marido. Se convirtió en enfermera para las madres y niños hospitalizados, comadrona, asistente social, formadora y confidente de las colaboradoras del hospital. Fue tal su trabajo con los niños y las madres de Kisangani que, al poco tiempo, la llamaban Mamá en vez de Madame Teresa.

El terremoto de la independencia, firmada en junio de 1960, produjo una gran inestabilidad en todo el país. No fue fácil la transición de un régimen colonial, en el que la población estaba esclavizada. Sanz Gadea tuvo que utilizar todo el genio de su carácter aragonés para defender a los enfermos de su hospital, enfrentándose incluso a los grupos de rebeldes que pretendían acceder a las dependencias para violar a las pacientes ingresadas y a las religiosas que ejercían como enfermeras.

Su trabajo y sus hazañas transcendieron fronteras, siendo considerado un héroe y un ejemplo a seguir. Varios médicos españoles y extranjeros comenzaron las gestiones para que fuera incorporado su nombre y su historia a las candidaturas al Premio Nobel de la Paz. Sin duda, una vida de película que ojalá la podamos ver pronto, pues ya se prepara un documental sobre su figura.

Como no queremos que se pierda la memoria de su trabajo, y que sea un referente para los médicos que hoy colaboran en proyectos de cooperación al desarrollo, este martes, su hijo Juan Bautista, y quien suscribe, ofrecimos una conferencia sobre este aragonés universal en el Colegio de Médicos de Zaragoza. Ojalá el nuevo hospital de Teruel lleve su nombre.