Alberto Ruiz-Gallardón, alcalde de Madrid, ha preferido no abrir una brecha con la dirección del PP que encabeza Mariano Rajoy. Gallardón anunció ayer su decisión de posponer el recargo del 50% sobre el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) para las viviendas vacías previsto en los presupuestos locales. Sin embargo, mantiene la subida de otros muchos impuestos, entre ellos el de circulación y las tasas de aparcamiento.

A sabiendas de que este recargo no sería aplicable hasta el 2005, cuando el Gobierno regule cómo determinar qué viviendas pueden considerarse desocupadas, Gallardón anunció su decisión de "rectificar" esta medida, que pretendía poner en práctica desde enero. También aclaró que su marcha atrás era fruto de una conversación con Rajoy, quien el pasado miércoles dio por zanjada la polémica al afirmar que la propuesta del alcalde era "conciliable" con la política fiscal del PP, basada en la rebaja de impuestos.

MAL EXPLICADO El alcalde dijo que retirará esta iniciativa porque el equipo municipal "no ha acertado al explicarla" a los madrileños, y dejó entrever que su decisión obedece a la polémica desatada en el PP. De hecho, apuntó que prefiere aplazar una medida que "pueda ser considerada como distinta, diferenciada y muchos menos confrontada con la política fiscal del partido".

Pese a que el recargo del IBI figuraba en su programa electoral como un incentivo para sacar viviendas vacías al mercado de alquiler, fue duramente criticado por el vicepresidente Rodrigo Rato. Por el contrario, la concejala madrileña Ana Botella apoyó la subida de impuestos.

El equipo de Rajoy recibió ayer con "satisfacción" la marcha atrás de Gallardón, y dio la consigna de no hacer más comentarios. El secretario de Estado de Economía, Luis de Guindos, coautor del programa del candidato del PP a la Moncloa, indicó que la decisión del alcalde era fruto de una "reflexión autónoma".

"CON ENGAÑOS" Para José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE), la decisión de Gallardón revela los "líos internos" del PP, que sube la presión fiscal "con engaños", mientras el alcalde lo hace "sin tapujos".