El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha insistido en que los traslados de los presos de ETA a cárceles cercanas a sus domicilios "obedecen únicamente a la aplicación de la ley general penitenciaria".

Marlaska ha respondido de este modo a preguntas de los periodistas sobre estos traslados, y ha precisado que "no son acercamientos" ni responden a un "proceso diseñado o definido".

En todos los casos, según ha dicho, han respondido a las peticiones individualizadas de las juntas de tratamiento de las prisiones y a la situación de cada recluso.

"La dispersión era una política antiterrorista que dio resultados importantes y decisivos, pero después de más de diez años de que ETA haya sido derrotada las políticas ya son de otra índole. En un Estado de Derecho hablamos de aplicación de la ley penitenciaria", ha subrayado.

Ha rechazado confrontar y entrar en debates con las organizaciones de víctimas, algunas de las cuales han criticado estos movimientos, al subrayar que "merecen el máximo de respeto", aunque sí ha rechazado la postura que mantienen "los partidos de la derecha", a los que ha acusado de utilizar esta cuestión como "herramienta política de una manera improcedente e impertinente".

Prisiones ha vaciado de presos de ETA las cárceles más alejadas de Euskadi, como la de Puerto III, a unos 1.000 kilómetros, y de la que en próximas fechas saldrán los últimos cuatro reclusos de la banda con destino a las prisiones de Topas (Salamanca), Zuera (Zaragoza), León y Logroño.

Otros tres presos que serán trasladados lo harán a cárceles vascas, de forma que son ya 51 los reclusos de la organización terrorista que cumplen pena en los centros de Gipuzkoa, Álava y Bizkaia, cuya gestión ha sido transferida al Gobierno Vasco y se hará efectiva el 1 de octubre.

Los presos etarras más alejados del País Vasco están en la actualidad en prisiones de la Comunidad de Madrid, según aseguran a Efe fuentes penitenciarias.

Ensalza el papel de las víctimas

Además, el ministro ha ensalzado el papel de las víctimas del terrorismo como "baluarte" que hizo posible que la sociedad "hiciera frente" a ETA y se "derrotase la barbarie" que supuso el terror.

Marlaska ha hecho hincapié en la importancia de este centro para trasladar "los valores democráticos, la ética pública y la democracia" y para recordar que ningún terrorismo puede repetirse.

En cuanto a la publicación, ha dicho que se trata de un trabajo "académico realmente serio" para cuya elaboración se ha invertido mucho tiempo que ha dado como resultado "una imagen reflexiva sobre lo sucedido desde la perspectiva de las víctimas".

En este sentido, ha lamentado que el conjunto de la sociedad "no ha tenido suficientemente en cuenta" a las víctimas y "a lo que han representado", cuando estas han sido "el baluarte necesario" que ha ayudado a que la ciudadanía "hiciera frente de forma efectiva a esa lacra" y lograra "derrotar a esa barbarie".

El primer volumen de la trilogía "Historia y Memoria del Terrorismo en el País Vasco" es fruto del proyecto de investigación impulsado por el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda, que ha trabajado en él durante cuatro años con el fin de ofrecer un estudio riguroso desde la metodología histórica. Ha sido coordinado por el historiador José Antonio Pérez y prologado por el director del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, Florencio Domínguez, y el director del Instituto Valentín de Foronda, Antonio Rivera.

Sus autores lo han concebido como una invitación a la reflexión sobre los comportamientos sociales e institucionales ante el terrorismo entre 1968 y 1981, sin olvidar que la "responsabilidad última es de los terroristas".

La publicación parte de la revisión de 26.000 documentos de prensa y de más de 2.000 actas de ayuntamientos relacionadas con atentados o actos terroristas en diferentes localidades vascas, así como de 40 entrevistas en soporte audiovisual con víctimas, testigos y protagonistas, en los que se refleja el periodo en el que ETA "se consolida como organización" y logra un "respaldo social significativo".

En el libro se habla solo de terrorismo y no de otras violencias y se cuenta la historia con la mirada de las víctimas como hilo conductor.

En uno de los capítulos se explica cómo funcionaban en las localidades pequeñas "los mecanismos del terror" con estrategias como las llamadas "listas negras". Aunque solo hay una de ellas documentada en prensa, referida al municipio guipuzcoano de Irun, los testimonios recogidos certifican que hubo muchas más.

Los siguientes volúmenes, que verán la luz el año próximo, se centran en los periodos comprendidos entre 1982-1994 y 1995-2010. Además, con el material audiovisual recopilado se prepara un documental sobre "el miedo y el silencio" derivados del terrorismo en Euskadi.