VUELTA A LA VIEJA POLÍTICA

El caso Villacís o la agonía de las primarias en los partidos

Participaciones pírricas, candidatos únicos y resultados por aclamación: el caso de Villacís en Ciudadanos constata cómo las primarias, bandera de la nueva política, han sido un logro fugaz

La vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, asiste a la inauguración de la Feria IMEX-Madrid.

La vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, asiste a la inauguración de la Feria IMEX-Madrid. / EFE

Miriam Ruiz Castro

Hace ocho años, Begoña Villacís se convirtió en candidata a la Alcaldía de Madrid de uno de esos nuevos partidos que venían a revolucionar la política. Logró 357 votos, el 60%, frente a su rival en las primarias de Ciudadanos. Cuatro años después volvió a ser la elegida: sus contrincantes habían retirado sus candidaturas. Por aquel entonces, el partido naranja estaba en pleno escándalo por unos votos irregulares que habían cambiado el rumbo de las primarias en Castilla y León. Hace unos días -y después de amagar con abandonar el partido- Villacís ha vuelto a convertirse en la candidata de Ciudadanos para gobernar la capital pese a no haber conseguido el apoyo de sus compañeros. No logró los avales mínimos que exigen los estatutos del partido, como tampoco lo hizo la que será su compañera de ticket electoral, Aruca Gómez. Ambas son las candidatas por ser las que han logrado más avales, pese a que no han sido suficientes.

La historia de Villacís en las primarias de Ciudadanos dice mucho de la historia de las primarias en España. La mayoría de los rostros que lucirán en los carteles electorales el próximo mayo han sido elegidos sin competición ni contienda entre candidatos, sin más dudas que esperar al anuncio de la dirección de turno o la proclamación del aspirante único; es decir, sin primarias. Esa máxima democrática que parecía haberse instalado en la cultura política tras la llegada de nuevos partidos ha sido más bien una conquista fugaz.

De los cinco principales partidos de ámbito nacional, PSOE, Podemos y Ciudadanos mantienen primarias obligatorias para elegir a sus cargos orgánicos y candidatos. PP y Vox, sin embargo, solo las reservan para la elección del líder del partido. La elección suele quedar en manos de los afiliados, pero en Podemos amplían este privilegio a los ‘inscritos’, personas cuya identidad haya sido verificada al menos diez días antes de la votación. El PSOE contempla también “primarias abiertas a la ciudadanía” para el candidato a la presidencia del Gobierno.

Vox reduce las primarias a la mínima expresión

Vox empezó apostando fuerte por la democracia interna, pero reformó sus estatutos en 2019, reservando la elección de los líderes autonómicos en manos de la dirección del partido, y lo ha vuelto a hacer en 2022, dejando también fuera a los dirigentes provinciales. A los aspirantes a cargo público también los elige la dirección del partido. Los militantes solo eligen al líder del partido. Y en sus últimas primarias ni siquiera hubo competencia: Santiago Abascal fue el único candidato en 2020.

Algo parecido ocurre en el PP, que solo recoge este sistema para elegir a su presidente, que es necesariamente el aspirante a presidir el Gobierno. Después de las traumáticas primarias de las que resultó vencedor Pablo Casado, Alberto Núñez Feijóo ha llegado esta vez a la presidencia en unas “primarias sin más candidatos”.

Que “las primarias las carga el diablo” es la lección que repetían entonces algunos dirigentes del PP. Y algo parecido debe pensar Compromís en la Comunidad Valenciana. Este fin de semana, el partido ha contenido el aliento ante una votación en la que se jugaba algo más que conocer a sus cabezas de lista. La vicepresidenta del Consell, Aitana Mas, se presentaba para liderar en Alicante y una derrota podría haber supuesto una crisis en el Consell del Botànic. Ha vencido por 3.487.862 puntos frente a los 3.400.750 de su rival. Horas antes del escrutinio, Joan Baldoví advertía a su compañera: “Hay que aceptar los resultados”.

Madrid: primarias sin competencia

Esas primarias sin competencia, con candidatos demasiado favoritos o ya señalados son abundantes también en la izquierda. Pedro Sánchez eligió a la ministra Reyes Maroto como candidata socialista a la alcaldía de Madrid. Era la candidata de Ferraz antes de que se celebraran las primarias. El resultado fue la ausencia de rivales y su proclamación sin competencia. Lo mismo ha ocurrido con Juan Lobato, único aspirante a disputarle el gobierno a Isabel Díaz Ayuso.

En Más Madrid, Mónica García y Rita Maestre superaron sin competencia el trámite de primarias que exigen los estatutos de su formación. Y en Podemos, los dos aspirantes oficialistas, Alejandra Jacinto y Roberto Sotomayor, también fueron ratificados en primarias, aunque, ellos sí, frente a sendos candidatos.

La democracia directa fue una de las principales novedades que los morados trajeron a la política en 2015. “Nadie en España se ha atrevido a hacer un sistema tan abierto y participativo”, presumía entonces Pablo Iglesias. Pero el sistema de inscritos tenía fallas que el partido ha ido corrigiendo, como la posibilidad de que participaran perfiles falsos y un censo inflado cuyos datos han dejado de facilitar, y han servido también para evidenciar cómo el interés por votar en sus procesos internos ha ido menguando. En la reelección de Iglesias en 2017 se alcanzó el récord de participación, con 155.275 personas. En su ratificación en 2019 votaron 59.201, casi un tercio. En 2021, la elección de Ione Belarra se hizo con 53.443 militantes. En las primarias para estas elecciones autonómicas y municipales han votado 35.110.

La izquierda y el dedazo

Las elecciones andaluzas del año pasado fueron un ejemplo de cómo la izquierda también se apunta a las designaciones a dedo. Inma Nieto se convirtió en candidata de ‘Por Andalucía’, la coalición a la izquierda del PSOE, sin haber sido elegida en primarias. Fue el propio Pablo Iglesias quien acusó a Yolanda Díaz de ‘dedazo’ y criticó la ausencia de primarias: “En el último momento intervino Yolanda Díaz y dijo ‘la candidata tiene que ser esta’ y Podemos se tiene que cuadrar aunque no estemos de acuerdo”, contó en una entrevista. El mismo Iglesias que unos meses antes había abandonado la vicepresidencia del Gobierno señalando a Yolanda Díaz como legítima sucesora.