La fauna de los cinco continentes se exhibe en el mayor acuario fluvial de Europa, título que Zaragoza acaba de arrebatar a Viena y que ayer se abrió por primera vez al público. Trescientas especies de ríos y deltas, representadas por 5.000 ejemplares constituyen una exposición de la vida animal en las grandes cuencas mundiales. El resultado parece espectacular y se realza por el diseño de las instalaciones, con efectos de luz y sonido que trasladan al público a ambientes selváticos. Hasta el suelo parece humedecido por filtraciones que no son tales.

La exposición no ha estado exenta de complicaciones, que los expertos consideran normales, en la preparación de cualquier acuario de este tipo, incluidos los problemas de estrés que han sufrido algunos peces.

"La mortandad de ejemplares ha sido muy reducida, ya que las pérdidas no han llegado al 2%. No todos han muerto por estrés, también ha habido casos de golpe de calor en el traslado", explica el director del acuario, Iñaki Aguinaga.

Se trata de una de las exposiciones que se mantendrá para Zaragoza cuando culmine la muestra y ha sido proyectada para que se convierta en una de las estrellas de la Expo.

Aguinaga explica que el número de ejemplares por especie varía mucho. El grupo más numeroso es el de los escalares, con mil individuos, que son los necesarios para formar un banco. "De otros, solo hay una pareja, como ocurre con los cocodrilos del Nilo, que miden tres metros. Si hubiera más se atacarían entre ellos", dice Aguinaga.

Algunos ejemplares se comportan como parejas de hecho, encantados de haberse conocido en su vitrina, y no reprimen las manifestaciones de su idilio ante la curiosidad de los visitantes.

La apertura de la muestra fue un acontecimiento también para algunos ejemplares. Las más visiblemente afectadas por la presencia de público eran las nutrias. Una de ellas, acomodada en un tronco de árbol no perdía de vista a los visitantes. "A primera hora estaban más asustadas y se han ocultado durante un tiempo", comenta una voluntaria que trabaja en este sector.

El Nilo milenario, el Mekong y sus contrastes, el salvaje Amazonas, el Murray australiano y el Ebro son los cinco ríos en los que se desarrolla la muestra, con mensajes de su ecosistema, su flora y su paisaje.

De todos ellos hay una variedad de peces, con algunos ejemplares que despiertan la curiosidad del público. Son los casos del pez murciélago, el cuchillo, el botia payaso o el agama del Mekong, un reptil acuático este último.

En el Amazonas asombra el cangrejo violinista, con unas patas de colores que parecen pintados sobre el caparazón. Es bello el pez Óscar y muy movida la tortuga matamata y defrauda la piraña, que hasta tiene cara de buena.

Del Nilo ya se han citado los temibles cocodrilos, pero también generan comentarios el camaleón, el saltarín del fango y el pulmonado albino, un pez extraño este. Hay también muestras del delta. como la Morena, y ejemplares del Mar Rojo, toda una explosión de colores, como el pez mariposa o el ballesta picasso.

El color es el detalle más destacable de la fauna del Murray, un río que no es muy caudaloso pero que cuenta con una amplia variedad de especies, muy llamativas algunas, como el pez arcoiris, el cirujano y el lábrido, y simpáticas otras, como el lagarto barbudo.

Del Ebro, faltan las especies importadas, depredadoras o molestas, como el voraz siluro y el mejillón cebra, pero están las autóctonas, como la trucha, el esturión del delta, el cabracho, la pintarroja o el peculiar galápago leproso.