Abajo. La calle se vino literalmente abajo en medio de una lluvia de confeti y un griterío ensordecedor cuando la pantalla gigante instalada ante el número 10 de Solférino, sede del Partido Socialista (PS) francés, anunció anoche, a las ocho en punto, que François Hollande será el próximo presidente de la República francesa. Tras sufrir tres derrotas consecutivas y 31 años después de que lo hiciera François Mitterrand, otro socialista se dispone a ocupar el Elíseo. Como entonces, los tiempos son difíciles y los franceses se han entregado a la izquierda para que los conduzca hacia el final del túnel. En Europa, la familia socialdemócrata ve en esta victoria el principio de un cambio de ciclo. Quizá. De momento, sí se adivina un cambio de rumbo. El mensaje de Hollande a favor de menos austeridad y más crecimiento ha encontrado eco en los últimos días y ahora será el próximo presidente fran-cés. Alemania deberá escucharle.

Y Europa estuvo presente ya en las primeras palabras que Hollande pronunció como presidente electo desde su departamento de La Corrèze: "El 6 de mayo deber ser una gran fecha para nuestro país, un nuevo inicio para Europa, una nueva esperanza para el mundo".

LA JUSTICIA Y LA JUVENTUD Solo entonces, cuando él habló, los miles de militantes concentrados enmudecieron para escucharlo. Y no decepcionó. Arrancó ovaciones. Como cuando dijo: "La austeridad no puede ser una fatalidad. Mantendremos nuestro Estado social". Y anunció cuáles serán sus prioridades: "Yo quiero ser juzgado en relación a la justicia y a la juventud".

Sin perder la serenidad que siempre le ha caracterizado, Hollande adoptó ya un tono presidencialista: "El mensaje de cambio que traigo estará a la altura de la República y empieza ahora". "No hay dos Francias, hay una sola Francia. Se acabó la ruptura y la división. Seré el presidente de todos", dijo entre fervientes aplausos. Para el presidente saliente, Nicolas Sarkozy, varias veces abucheado, pidió el "respeto" que se merece como servidor de la República.

Poco antes, Sarkozy había aparecido en televisión con semblante serio y derrotado. En el 2007 también llegó al Elíseo con la promesa del cambio. Ahora se va contrariado tras solo un mandato. Deja el país mucho peor de lo que lo encontró y con los índices de popularidad por los suelos. A pesar de que ayer lo votaron el 48% de los franceses, solo el 33% aprueba su gestión. Anoche prometió que a partir de ahora será "un francés más entre los franceses". "Sarkozy, c'est fini", gritaban en Solférino.

La dura crisis global, que antes que a Sarkozy se ha llevado por delante a otros siete dirigentes europeos, posiblemente tenga mucho que ver en el resultado electoral. Pero siendo el todavía presidente francés alguien que no deja indiferente a nadie, son muchos más en Francia los que lo detestan y deseaban un cambio. Un cambio de política, pero también un cambio de imagen y estilo. Y ahí estaba Hollande, antisarkozysta del todo.

FELICITACIÓN DE ROYAL Anoche, en la sede del Partido Socialista, su expareja, Ségolène Royal, derrotada en las urnas por Sarkozy en el 2007, se felicitaba de una victoria "de todos". "Nuestras ideas se han abierto camino porque son realistas", dijo tras conversar por teléfono con el ganador. Un veterano del PS, Jack Lang, exministro de Cultura de Mitterrand, hablaba de una noche "histórica". Posiblemente tan histórica como aquella de 1981. "Es la legitimación de la izquierda, de nuestras ideas, nuestros valores", afirmó. Y añadió en voz alta: "Ojalá sea también el principio de una nueva ola progresista en Europa".

En la calle, Jean Michel Potel, comercial y militante socialista, sostuvo que Hollande ha "ganado