AGRICULTURA

Aragón prevé recibir cerca de 20.000 temporeros para la campaña de la fruta

El alojamiento y la dignificación de la profesión son dos de las demandas más acuciantes que demandan los sindicatos

Localidades como Fraga o Caspe ya están preparando la logística para acogerlos

Un temporero, durante la temporada de recogida de fruta en Fraga

Un temporero, durante la temporada de recogida de fruta en Fraga / Servicio especial

Alberto Arilla

Alberto Arilla

Que Aragón es una tierra eminentemente agrícola no es ningún secreto. Sus cerca de 48.000 kilómetros cuadrados albergan muchos de los productos que luego sirven para alimentar tanto a sus pobladores como a los foráneos que aprovechan la excelente calidad ofrecida por las cosechas agrarias aragonesas. En ese sentido, la de la fruta dulce es una de las campañas más importantes para la comunidad. Una temporada que suele iniciar por estas fechas, en función de la variedad y de la zona, y que se extiende hasta después del verano, en varios meses en los que la mano de obra se antoja más necesaria que nunca.

Son los trabajadores temporales del campo, comúnmente conocidos como temporeros, los que llenan de contenido la cesta agraria y que, con su desembraco, cambian la cara de los pueblos, que ven como incrementa su población exponencialmente. Según las estimaciones del sindicato agrario UAGA, hacen falta entre 18.000 y 20.000 para esta temporada, aunque la necesidad de contratación no debe nublar la vista e impedir unas condiciones laborales dignas para ello. Una dirección en la que los actores implicados llevan tiempo trabajando y que avanza poco a poco.

«Ahora estamos empezando la recolección de cereza y el clareo del melocotón y el albaricoque, que es donde más temporeros necesitamos», cuenta a este diario Óscar Moret, representante de UAGA en el Bajo Cinca y agricultor de una explotación en Fraga, una de las comarcas y localidades, respectivamente, que mayor número de temporeros acogen por estas fechas. Moret asegura que, gracias a la figura del fijo discontinuo, se está produciendo algo casi inédito: «Hay algunos que nos llaman a nosotros para trabajar, cuando habitualmente es al revés».

Vivienda habilitada en Fraga por un agricultor para los temporeros

Vivienda habilitada en Fraga por un agricultor para los temporeros / Servicio especial

Con todo, esa figura laboral no es suficiente para terminar de dignificar una profesión que, tal y como reconocen del sector, «no podría salir adelante si no fuera por los inmigrantes». Uno de los principales hándicaps para ellos es la dificultad para encontrar alojamiento, posibilidad que los propios agricultores están empezando a ofertar junto a la propia propuesta de trabajo. Por ejemplo, el propio Moret tiene habilitadas viviendas con capacidad para 15 o 20 trabajadores. «Empieza a ser algo habitual entre los empresarios agrícolas de la zona, y nos facilita tanto la contratación como la fidelización posterior de estos trabajadores».

Convenio estatal

Y es que no era raro, hasta hace bien poco, ver las estampas de trabajadores del campo, al finalizar su jornada, durmiendo en la calle. De hecho, la búsqueda de mejores condiciones laborales en otros países, como Francia, provoca que muchos de los temporeros aboguen por no volver. Así lo denuncia Rachid El Jazouli, responsable del Campo en CCOO, quien cree que la principal solución radica en «pagar el salario mínimo interprofesional y facilitar alojamiento», aunque no a cualquier precio. «No sirve un cuarto para diez personas», argumenta. También considera fundamental el proporcionar unas condiciones dignas respecto a la «salud laboral».

En cualquier caso, los sindicatos coinciden en que es necesaria la creación de un convenio estatal que regule la situación laboral de los temporeros en todo el territorio nacional. «En Aragón hacemos lo que podemos. En Zaragoza ya hemos firmado un convenio, pero el de Huesca está aún pendiente de firma y el de Teruel está obsoleto», explica Sergio Sancho, de UGT, quien pone el foco en las situaciones que se dan ante la falta de regulación, con accidentes laborales que en muchos casos llegan a cobrarse la vida de los trabajadores.

Del mismo modo, desde UAGA subrayan la necesidad y la importancia de regularizar la situación de los migrantes, claves en estas fechas. En esa línea, Moret pone un ejemplo que, a su juicio, es paradigmático: «El apellido mayoritario en La Litera es Fofana, de origen maliense. Yo estoy encantado al ver los colegios, donde los niños juegan en el recreo sin ningún tipo de discriminación ni complejos políticos». Así, Moret también lamenta que «estamos preparando las cabezas al revés, porque la realidad en el mundo rural es la contraria». «Se benefician ellos y nos beneficiamos nosotros», concluye.

Los pueblos, preparados

En cuanto a los picos de población que van a vivir localidades como Fraga o Caspe en los próximos meses, sus consistorios ya se están preparando. La capital del Bajo Cinca, por ejemplo, está habilitando cinco módulos habitacionales con cocina, baño y dormitorios con capacidad para acoger hasta a siete temporeros, con una inversión de 200.000 euros y un trabajo conjunto con Cáritas y los Servicios Sociales, orientada a los trabajadores que llegan en búsqueda de empleo, sin un trabajo fijo que, en cualquier caso, no suelen tardar en encontrar. Así, en Fraga se prevé la llegada de unas 3.000 personas, 10.000 entre toda la comarca. 

En Caspe, por su parte, se ha habilitado un servicio de duchas para los temporeros, a los que además se les proporciona un kit de limpieza y el primer lote de alimentación. En su caso, la inversión es cercana a los 10.000 euros, ya que esperan acoger a unos 2.500 trabajadores.