No es todavía seguro que, a las puertas del invierno, Europa pueda contar con el 30% del gas que importa de Rusia y que pasa por Ucrania. Vladimir Putin y el líder ucraniano Petro Poroshenko se entrevistaron ayer tres veces en Milán, una junto con cuatro líderes europeos, la segunda con Francia y Alemania y la tercera a solas. Habrían alcanzado, según varias fuentes, solo un mini acuerdo sobre un control internacional, ya previsto por el protocolo de Minsk, de las fronteras entre Ucrania y Rusia y sobre la celebración de elecciones en la zona rebelde y prorrusa de Donetsk, a efectuar con las leyes electorales de Kiev.

"Ha sido una cumbre positiva", dijo Putin al final del día, aunque el portavoz del Kremlín, Dmitri Peskov, matizó que "los coloquios son sin duda difíciles, llenos de incomprensiones y desacuerdos". "Ningún resultado concreto sobre el gas", puntualizó de su parte Poroshenko, aunque mostró confianza "sobre la posibilidad de encontrar una solución antes de la reunión del 21 de este mes en Bruselas", cuando los representantes de la Comisión Europea se reúnan con los dos presidentes. "Hemos dado un paso adelante", comentó Matteo Renzi, anfitrión de las negociaciones. Por la mañana la cancillera alemana, Angela Merkel, se había entrevistado a solas con Putin y al final dijo que "por ahora, desgraciadamente, no veo aperturas de parte de Putin".

Por Ucrania transcurre el 60% del gas que llega a Europa, del que un 30% es ruso. Pero el país no solo debe dinero a Moscú por su factura energética sino que algunas veces ha desviado una parte del gas ruso que viajaba hacia Europa. Putin dijo que Ucrania debe aún a Rusia "entre 4.000 y 5.000 millones de dólares".