Elecciones en Polonia

La oposición europeista acaricia el relevo en el poder en Polonia

Mientras Tusk levantaba los brazos proclamando su victoria, Morawiecki afirmaba su disposición a tratar de formar gobierno, de recibir el encargo del presidente del país, Andrzej Duda, vinculado al PiS

El europeísta Donald Tusk podría formar gobierno tras los resultados electorales en Polonia.

Agencia ATLAS

Gemma Casadevall

“Es el fin del gobierno del PiS”, proclamó Donald Tusk, minutos después del cierre oficial de los colegios, cuando los medios polacos apenas estaban dando los primeros sondeos a pie de urna para los comicios generales, en que se elegía tanto la cámara de diputados, el Sejm, como el Senado. El ultraconservador partido gubernamental Ley y Justicia (PiS) del primer ministro Mateusz Morawiecki seguía siendo la primera fuerza, con un 36%, mientras que la Plataforma Cívica (PO) del aspirante liberal obtuvo en un 31 %, de acuerdo con esos primeros datos de la encuestadora Ipsos. Sin embargo, el PiS, quedó por debajo de la mayoría, mientras que la oposición liderada por el europeísta Tusk sumaba los votos necesarios, apoyado en la centrista Tercera Vía, con un 13 %, y la izquierdista Lewica, con un 8,5 %. Mientras Tusk levantaba los brazos proclamando su victoria, Morawiecki afirmaba su disposición a tratar de formar gobierno, de recibir el encargo del presidente del país, Andrzej Duda, vinculado al PiS. Poco después, fuentes de la presidencia indicaban que "por tradición y de acuerdo a la Constitución", el PiS recibirá en primer lugar el encargo.

La clave de este ascenso de Tusk, de confirmarse en el conteo oficial que probablemente no se dé hasta el martes, estaría en la alta participación: un 72 %, unos doce puntos por encima de la correspondiente a las anteriores generales de 2019, según Ipsos. Desde la Comisión Electoral no se facilitaron datos concretos, pero de avanzó que la participación será probablemente la más alta alcanzada desde el fin del comunismo. El referéndum convocado a instancias del PiS, con el que buscaba legitimar el rechazo del PiS a la política migratoria de la Unión Europea (UE), entre otras tres cuestiones, no alcanzó el mínimo de participación requerido para ser vinculante, un 50 %, sino que quedó en el 40 %. También estos datos son estimativos y avanzados por Ipsos, a falta de cifras oficiales de la autoridad electoral. El PIS había centrado su campaña en el rechazo al asilo y la reubicación de inmigrantes irregulares y anunciado que bloquearía, como Hungría, el plan de la UE. Además de la victoria en las generales buscaba el apoyo del voto popular a esa cuestión.

“Nunca fui tan feliz con el segundo puesto”, reconoció un emocionado Tusk, mientras el líder del PiS, Jaroslaw Kaczynski, advertía que había que esperar resultados oficiales. En sentido parecido se pronunció el líder de la ultraderechista Confederación, Slawomir Mentzen, que quedó en un 6,8 % según los pies de urna, por debajo de sus expectativas y sin opciones a ser el aliado que el PiS precisaría para asegurarse una mayoría. Este partido aglutina la ultraderecha más radical y también de los libertarios contrarios a las ayudas sociales implantadas por el PiS.

El regreso de Tusk

Tusk votó en medio de un enorme revuelo mediático en un colegio electoral algo apartado del centro de Varsovia. Los comicios generales polacos marcaron el retorno a la política nacional del líder liberal, quien entre 2007 y 2014 fue primer ministro del país, pero dejó esta posición para pasar a presidir el Consejo Europeo. Era el único candidato opositor con opciones para derribar el poder monolítico del PiS, que además del gobierno de Varsovia controla la presidencia del país a través de Andzej Duda.

Mucho más discreto fue el paso por las urnas del primer ministro Morawiecki, y del líder del PiS y hombre fuerte de la política polaca Kaczynski. El revuelo generado por Tusk estaba relacionado con las expectativas depositadas de un giro político en este socio de la UE y de la OTAN que es Polonia, pero que en los últimos ocho años consecutivos con el PiS en el gobierno se ha caracterizado por la confrontación constante con Bruselas. Un relevo en el gobierno a favor de Tusk marcaría el camino a la reconciliación con Bruselas de Polonia, país que tiene bloqueados 35.000 millones de euros procedentes de los fondos europeos post-pandemia. Los múltiples conflictos de Varsovia con la UE especialmente por la controvertida reforma del poder judical que anula la independencia de la Justicia, han generado un cúmulo de multas y sanciones en los tribunales europeos.

Voto urbano contra voto rural

El PO tiene su fuerza electoral en la capital y en las ciudades, mientras que el PiS la debe al campo. En ciudades como Bialystok, a 177 kilómetros de Varsovia y 45 de la frontera con Bielorrusia, el escenario es muy distinto al capitalino. Hasta la II Guerra Mundial, su población fue mayoritariamente judía; 65.000 de esos habitantes fueron deportados y asesinados en el campo de exterminio nazi de Treblinka. También ahí se espera con ansia el desbloqueo de los fondos europeos. De ellos dependen no solo la culminación de las obras infraestructurales como la renovación de la vía ferroviaria de buena parte del país, sino también el dinero necesario para implementar las ayudas sociales, a la familia y a las jubilaciones que año a año ha ido aumentando el PiS. Tusk se comprometió en campaña a que no habría recortes.

La fidelidad al PiS o los fondos de la UE

“Vladímir Putin es un terrorista. El diablo, como lo fue antes Stalin”, comentaba a EL PERIODICO DE CATALUNYA, del Grupo Prensa Ibérica, Beate Grela, maestra jubilada de 82 años de Bialystok y votante del PiS, partido que, para ella, “garantiza que los rusos no volverán a traspasar nuestra frontera”. Afirma que nunca se acercó al límite con Bielorrusia. Ni cuando Polonia era país satélite de Moscú ni ahora, con la frontera fortificada gracias a la valla levantada bajo el gobierno del PiS para preservar a Polonia “de inmigrantes o de soldados enemigos”, explica en un rudimentario francés aprendido en su juventud. Su hijo y su nieto “sí son votantes de los otros”, afirma, en alusión al PO de Tusk.

Bialystok es un panorama parecido al de otras ciudades de la región: una mezcla de viejos bloques de edificios de cuando Polonia era parte de la órbita soviética y nuevas construcciones levantadas en tiempo récord, como de la nada, centros comerciales, restaurantes de comida rápida y una enorme zona alrededor de la renovada estación de tren, aún por terminar, salpicada por carteles que recuerdan que todo eso se construye con fondos de la UE. El alcalde de Bialystock es Tadeusz Truskolaski, del PO, lo mismo que su hijo, el diputado por el Sejm, Krzysztof Truskolaski, cuyo rostro es omnipresente en los carteles electorales de la ciudad. “Bialystock mira hacia delante, hacia Europa”, afirma el nieto de la jubilada, de 24 años, padre de tres hijos, mecánico y votante de Tusk.