Polonia

El ultraconservador polaco Morawiecki recibe el encargo de formar gobierno

El presidente Andrzej Duda anunció su decisión en una intervención televisiva y mientras el líder de la oposición liberal, Donald Tusk, ataba un pacto de coalición virtual con el bloque europeísta que sí tiene suficiente respaldo en el Parlamento

Mateusz Morawiecki.

Mateusz Morawiecki. / EFE

Gemma Casadevall

El presidente polaco, Andrzej Duda, se decantó por su correligionario, el ultraconservador Mateusz Morawiecki, para encargarle la formación del nuevo gobierno de Polonia, pese a que su partido Ley y Justicia (PiS) no tiene una mayoría parlamentaria para lograr su investidura. Duda anunció su decisión en una intervención televisiva y mientras el líder de la oposición liberal, Donald Tusk, ataba un pacto de coalición virtual con el bloque europeísta que sí tiene suficiente respaldo en el Parlamento (Sejm).

Duda se ciñó al principio de dar la primera opción al partido más votado en los pasados comicios, el PiS del primer ministro saliente. Desde la oficina presidencial se había avanzado ya en la misma noche electoral que el jefe del Estado seguiría esa línea “por tradición”, a pesar de que Tusk inició inmediatamente después de confirmarse los resultados de las urnas las conversaciones con sus aliados potenciales para asegurarse una mayoría parlamentaria. Morawiecki se someterá ahora al voto del Sejm tras la sesión constituyente del próximo 13 de noviembre. De no lograr la mayoría necesaria, Tusk tendría su oportunidad de intentarlo entre dos o tres semanas después.

Las elecciones generales del pasado 15 de octubre dejaron como fuerza más votada al ultranacionalista partido gubernamental, del que es originario Duda aunque formalmente dejó en suspenso su militancia al asumir la presidencia. El partido de Morawiecki, que lidera el "halcón" de la política polaca Jaroslaw Kaczynski, obtuvo 194 puestos del total de 460 escaños del Sejm, la cámara de diputados. Ni siquiera con el apoyo de la formación ultraderechista y libertaria Confederación, con 18 diputados, tendría la mayoría necesaria. El bloque opositor europeísta suma, en cambio, 248 escaños con los 157 de la Plataforma Cívica (PO) de Tusk, más 65 de la llamada Tercera Vía, una alianza centrista, y los 26 de la izquierdista Lewica.

Las tres formaciones opositoras proclamaron su disposición a formar una coalición la misma noche electoral y han ratificado sucesivamente esa determinación, además de negociar un pacto de coalición con el que aspiran a gobernar. Ya en las consultas mantenidas por Duda con los sucesivos partidos tras los comicios, el bloque opositor apremió al presidente a designar lo antes posible al futuro primer ministro. A su parecer, el encargo solo puede recaer en Tusk, por ser el único con una mayoría parlamentaria que le sustente.

La sesión constitutiva del Sejm se ha convocado para el 13 de noviembre, de acuerdo con los plazos constitucionales previstos.

Tusk, la esperanza de reencuentreuropeístata

Tusk, quien fue primer ministro de su país entre 2007 y 2014 y luego pasó a presidir el Consejo Europeo, inició ya poco después de los comicios contactos con otros líderes del bloque comunitario. Refrendó así lo que fue la dinámica de su campaña electoral: el ansia de regresar a la jefatura del gobierno de Varsovia para marcar el camino a la conciliación con Bruselas tras los ocho años seguidos de confrontación con las instituciones comunitarias protagonizados por el PiS.

Varsovia ha sido en este tiempo un quebradero de cabeza continuo para Bruselas, tanto por su controvertida reforma del poder judicial, que pone en jaque la independencia de la Justicia, como por su bloqueo a sucesivas propuestas en materia migratoria. Las relaciones con la Comisión Europea (CE) han caído bajo mínimos en este periodo, hasta el punto de congelarse los fondos pospandemia destinados a Polonia. Una de las tareas que competería asumir a Tusk, de lograr la elección, sería revertir los aspectos más complejos de las reformas impulsadas bajo la gestión del PiS.

A esas polémicas reformas se sumaron ataques desde el gubernamental PiS a los medios de comunicación considerados críticos y a los colectivos LGTBI. Pero tal vez lo que más aglutinó al conjunto de la oposición a favor de Tusk fue la reforma del aborto implantada por el PiS. Polonia tenía ya una ley muy restrictiva en esa materia, pero bajo el PiS quedó prácticamente prohibida la interrupción voluntaria del embarazo incluso en situaciones extremas. El compromiso de Tusk de revocar esa reforma movilizó a sectores de la población no necesariamente identificados con la línea del exprimer ministro y le aseguraron el apoyo post-electoral de formaciones izquierdistas como Lewica.