CLUB GIMNASIA RÍTMICA EJEA

Talento, esfuerzo y compañerismo son las claves del éxito del club

La vigésima edición del torneo Villa de Ejea volvió a recibir el calor del público

Lorena García

Lorena García

El pasado 6 de mayo tuvo lugar la vigésima edición del torneo Villa de Ejea, que se dice pronto. Un torneo organizado por los miembros de la junta y los entrenadores del Club Rítmica Ejea y que comenzó a celebrarse cuando el club fue creciendo. En él invitan a equipos de todo Aragón, incluso a veces de la Rioja y Navarra. Esta vez acogió a diez clubs de la comunidad, principalmente de Zaragoza, y hubo un total de 90 actuaciones a lo largo de toda la mañana.

Los entrenadores Marlén y David junto al gimnasta Iván Luna. | SERVICIO ESPECIAL

Los entrenadores Marlén y David junto al gimnasta Iván Luna. | SERVICIO ESPECIAL / LORENA GARCÍA cronicas@aragon.elperiodico.com

Como cada año, las gimnastas del club obtuvieron excelentes resultados en sus diferentes categorías y niveles (individuales, conjuntos y dúos, en nivel c, b, a y base). Pero, sobre todo, gimnastas, entrenadoras y familias disfrutaron al máximo de la jornada, sintiendo el calor del público y la «piña» que han creado. Para Marlén Torrrecillas, una de las entrenadoras del club, «es imposible no vivirlo con una sonrisa».

Familias, entrenadoras, directiva y gimnastas forman una «piña». | SERVICIO ESPECIAL

Familias, entrenadoras, directiva y gimnastas forman una «piña». | SERVICIO ESPECIAL / LORENA GARCÍA cronicas@aragon.elperiodico.com

El Club Rítmica Ejea nació hace más de 30 años. Cuando Marlén tenía 6 años, no paraba de repetir que quería practicar gimnasia rítmica, así que su madre junto a otras mamás del colegio hicieron su sueño realidad creando lo que hoy es el Club Rítmica. Comenzó con menos de 20 niñas pero ahora el club cuenta con 150 gimnastas. De ellas, 50 gimnastas van a competición y otras 100 están en la escuela e intercomarcal. La mayoría son de Ejea pero, al ser el único club federado de la comarca, también cuenta con gimnastas de otros pueblos de las Cinco Villas. Gracias a sus logros, el club, presidido por Asun Vargas, se sitúa como todo un referente en este deporte.

La unión de las gimnastas se percibe tanto dentro como fuera del tapiz. | SERVICIO ESPECIAL

La unión de las gimnastas se percibe tanto dentro como fuera del tapiz. | SERVICIO ESPECIAL / LORENA GARCÍA cronicas@aragon.elperiodico.com

Hasta los 18 años, Marlén Torrecillas fue gimnasta en el club y desde 2007 es una de las entrenadoras, junto con Susana González, más dedicada a las gimnastas nacional base; David Soriano, principalmente en nivel competición autonómico y masculino; y Amaya Vegas, que se dedica a la escuela. También cuentan con la ayuda de Alba Navascués y Lydia Medina para las competiciones. Aunque Marlén reconoce que todo esto no sería posible sin la colaboración del Ayuntamiento de Ejea, la Comarca Cinco Villas y la Diputación de Aragón, así como de empresas, comercios locales e incluso particulares que colaboran en torneos y exhibiciones. Todos ellos contribuyen al crecimiento del club.

Aunque la gimnasia rítmica ha sido tradicionalmente un deporte femenino, nuestro país es pionero en abrir camino a los gimnastas. Desde hace años se realizan competiciones masculinas y se permite la participación en conjuntos mixtos. Actualmente dos niños forman parte de la gran familia del club. Uno es Lucas Sumelzo, de 3 años e hijo de Marlén. Y el segundo es Iván Luna, que está en competición nacional absoluta, actuó en el torneo Villa de Ejea a modo de exhibición y se prepara para competir en junio en el campeonato de España masculino.

Desde el club se prima el esfuerzo, las ganas y que, pase lo que pase, salgan felices del tapiz. Marlén sabe que es un deporte exigente, por lo que «ser capaz de salir y realizar un buen ejercicio ya es el premio». Las gimnastas son el sustento del club y muchas, ya con sus estudios y trabajos fuera de Ejea, vuelven y sacan tiempo de donde no lo tienen para seguir. La entrenadora reconoce que la rítmica te engancha, es sacrificio, pero también es superación, disciplina, organización, compañerismo y familia. Marlén, con dos empleos y familia, sabe bien que no es fácil de compaginar: «A veces es duro, siempre digo: ‘último año’, pero al final la rítmica es mi pasión, mi motor, así la vivo e intento trasmitirla a los niños y niñas». Su vida, y la de todos los miembros del club, es la rítmica.