«Hoy nace Bon Àrea Aragón». Así describió Jaume Alsina, presidente del Grupo Guissona, la histórica jornada del 26 de marzo en que el Gobierno de Aragón aprobó de forma definitiva el Plan de Interés General Autonómico (PIGA) que ordena las 242 hectáreas sobre las que se levantará el macrocomplejo y que ha permitido ya comenzar con las primeros obras de movimientos de tierra.

Ese día culminaron dos años de trabajos administrativos, urbanísticos y técnicos a tres bandas entre el Gobierno de Aragón, el Ayuntamiento de Épila y la Corporación Alimentaria Guissona para sacar adelante un proyecto faraónico a todos los niveles como reflejan sus cifras: requerirá de una inversión global de más de 400 millones de euros y empleará a más de 4.000 personas cuando esté plenamente operativo, dentro de una década. Un proyecto en el que el Ejecutivo autonómico se ha implicado de lleno ya que contribuirá a revalorizar la comarca, creará empleo directo y potenciará las explotaciones ganaderas de toda la Comunidad.

MOVIMIENTOS DE TIERRA

Por ahora, ya han comenzado a llegar a los terrenos ubicados frente al polígono El Sabinar, junto a la autovía A-2 y la carretera A-1305, las máquinas que se encargarán de realizar el movimiento de tierras necesario para convertir las 169 hectáreas actuales suelos de labranza en un terreno listo para empezar a levantar las naves del complejo. De esta tarea, que se prolongará durante unos diez meses, se encargará la empresa Ferpi, según infomó Heraldo de Aragón. Durante este periodo de tiempo los trabajos generarán 250 desplazamientos diarios de camiones que moverán unos 450.000 m³ de tierra y la trasladarán a otra finca propiedad del Grupo Guissona entre Salillas de Jalón y Épila, de donde se extraerá la misma cantidad de tierra que se llevará a la zona del futuro complejo. A esta primera fase de los trabajos Bon Àrea destinará 20 millones de euros.

La inversión total que hará Guissona en la urbanización de su parcela ascenderá a 154 millones, mientras que el Ejecutivo autonómico invertirá 23,5 millones en las obras de urbanización, de la fase 1 que comenzará en septiembre, y de la 2, para las infraestructuras de servicios. Estos dos lotes tendrán un plazo de ejecución de 18 y 24 meses, respectivamente. La DGA se hará cargo del subsector 2.

Y es que, de forma paralela, con la aprobación del PIGA a finales de marzo también se autorizó a Suelo y Vivienda de Aragón a contratar las obras de urbanización de uno de los subsectores de este proyecto. En concreto, de una parcela de 35,32 ha en cuya urbanización la DGA invertirá 29 millones de euros, de los que Guissona aportará 5,13 millones de euros. Cabe recordar que en virtud del convenio suscrito hace dos años tanto la DGA como el Ayuntamiento de Épila dispondrán de una parcela de 10 ha para instalación de otras empresas y otros usos lucrativos.

Para garantizar una mayor eficiencia y dotar de cohesión al inmenso complejo alimentario, las parcelas estarán conectadas por galerías subterráneas. De este modo, se agilizará la logística de recepción y expedición de productos en las distintas naves y los almacenes de distribución.

Una vez concluidos los trabajos de movimientos de tierras, en unos diez meses, el presidente del Grupo Guissona, Jaume Alsina, explicó que comenzarán a levantarse las primeras naves que albergarán el centro logístico que podría estar operativo en dos años para abastecer a las tiendas de Bon Àrea situadas en Zaragoza, Madrid o Levante.

IMPACTO EN LA ZONA

Será a partir de entonces cuando empiecen las primeras contrataciones por parte del grupo Guissona, aunque la llegada de nuevos trabajadores a la zona va a ser una realidad casi inmediata. Primero con los puestos de trabajo generados con el movimiento de tierras y son la urbanización del subsector del que se encarga la DGA, y después con los trabajadores que empezarán a construir las primeras naves que han de estar listas para el 2021.

Unos trabajadores que tendrán que buscar alojamiento en Épila o municipios próximos, aunque muchos también se irán Zaragoza —por la cercanía y buenas comunicaciones con la capital aragonesa—, unos trabajadores que también consumirán en la comarca, contibuyendo a dinamizar su economía.

Por ello, el Ayuntamiento de Épila ya trabaja para disponer de suelo en el que poder hacer viviendas cuando sean necesarias, explica el alcalde de Épila, Jesús Bazán. «Lo que tiene este proyecto es que no llega todo de vez sino que se irá desarrollando de forma paulatina a lo largo de diez años y eso nos da margen para ir adelantando trabajo y estar preparados para dar una respuesta cuando, por ejemplo, sean necesarias nuevas viviendas», precisa.

En la misma línea se expresa Bazán cuando habla de la posibilidad de ofrecer nuevos grados de FP Dual vinculados a la actividad del grupo, como el que ya se ha puesto en marcha este curso de Agroalimentación. Esta es una opción que ya estudia el Gobierno de Aragón junto con la compañía porque, como indica el primer edil, «la empresa siempre nos ha manifestado su voluntad de buscar sus trabajadores entre los vecinos de Épila y su entorno, siempre y cuando den los perfiles buscados, y por ello se ha de aunar la formación que se ofrece en la comarca con las necesidades de empleo, aunque también es cierto que no habrá tanta gente como puestos se van a generar».

Por todo ello, Jesús Bazán señala que con la llegada de Bon Àrea «se abren unas nuevas expectativas de futuro» para la zona que van más allá de los 4.000 empleos, que ya de por sí son muy importantes. «Este proyecto permitirá mejorar servicios y crear otros nuevos, contribuirá a fijar población y a afianzar la comarca porque supone también la llegada de un nuevo cliente al que ofrecerle los productos agrícolas y ganaderos que se generan en el entorno. Es un proyecto que da futuro a Épila y a toda la comarca», concluye Bazán. T