El Gobierno dejó ayer abierta la puerta a que sea Estados Unidos, y no la ONU, quien administre Irak después de la guerra. La ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, apuntó esa posibilidad en el Congreso de los Diputados al ser preguntada sobre la posición que adoptará España tras la operación bélica.

La jefa de la diplomacia, que compareció con su colega de Gabinete Federico Trillo en la comisión conjunta de Exteriores y Defensa, se enfrentó una vez más a una avalancha de críticas por la actitud del Gobierno en la crisis. Todos los grupos, excepto el del PP, rechazaron la argumentación de José María Aznar de que España sólo cumplirá un papel "humanitario" y acusaron al presidente de participar en una guerra "injusta, ilegítima e inmoral".

ADMINISTRACION DE LA ONU El portavoz de Exteriores de CiU, Ignasi Guardans, preguntó a Palacio si el Gobierno va a apoyar "desde el primer momento" una administración de la ONU en Irak tras la contienda o si respaldará "dos, tres o cinco años de administración norteamericana", fórmula que promueven Washington y Londres.

Palacio eludió una contestación clara. "Se están poniendo ideas sobre la mesa, el Gobierno también recaba ideas, y optaremos por las que nos parezcan mejores", dijo.

La ministra de Exteriores se mostró más explícita al describir las fases que seguirá el Irak de la posguerra. La primera será de "estabilización", en la que jugará un papel fundamental la ayuda humanitaria. Seguirá una "transición", en la que Irak "deberá ir tomando progresivamente las riendas" del gobierno. Finalmente llegará la "consolidación", en la que "las fuerzas políticas iraquís tomarán el protagonismo con atención a las minorías y los derechos humanos".

Ante las críticas de los partidos y las constantes risas en las bancadas, la ministra perdió varias veces los nervios y llegó a decir que era objeto de "ataques personales" porque algunos diputados le reprocharon "agresividad" e "incompetencia" en el ejercicio de su cargo. El presidente de la comisión, el exministro Jesús Posadas, tuvo que hacer varios llamamientos al orden.

LAS PROTESTAS Salvo el PP, todos los partidos coincidieron también en apoyar las manifestaciones ciudadanas contra la guerra y censuraron al Gobierno por presentar las protestas como resultado de manipulaciones políticas. Guardans llegó incluso a "animar" a los ciudadanos a que sigan manifestándose.

El socialista Manuel Marín acusó a Aznar de "pulverizar" la política exterior española con su posición en la crisis iraquí. Dijo que el Gobierno, al embarcarse en su apoyo incondicional a Washington, había calculado que Francia y Alemania acabarían por someterse y que, en el terreno doméstico, "CiU y Coalición Canaria no tendrían margen de acción". Según Marín, todo falló y, además, surgió lo imprevisto. "Aparecieron los ciudadanos", dijo.

Tanto la ministra como los portavoces del PP acusaron a la oposición de usar un lenguaje "violento" y dar alas a los radicales.