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REPORTAJE

"Fue un niño muy ordenado"

Cuando nació Fernando, su abuela le llevó a cortarle las primera uñas debajo de una noguera, porque decía que eso daba suerte, y sí que se la dio". La anécdota es de Amado Aibar, un magallonero de 91 años, que cada año recibía en casa de su hermano la visita en vacaciones de Fernando Lázaro Carreter. Todos reconocen en que, de niño, era "muy serio, pero no de no saludar a nadie, porque era muy simpático, sino porque era muy ordenado, muy formal. No era travieso sino muy ordenado, le gustaba poco jugar", explica Aurelio Salvador, de 79; y lo corrobora Aibar.

Ambos se sienten una gran "satisfacción" porque las cenizas del lingüista se depositen en los próximos días en Magallón. Al igual que Isabel, prima de Fernando Lázaro Carreter, que ayer se sentía un poco abrumada por tantas llamadas. "Me ha llamado su hermana para decirme que había fallecido, aunque ya sabía que estaba enfermo", explica. Y recuerda su juventud: "Fernando siempre venía en vacaciones y a las fiestas, a pasarlo bien y a las bodegas, porque aquí tenía muchos amigos. El siempre decía que aunque llegara el Pilar no le importaba perderse las fiestas de Zaragoza, pero nunca las de aquí".

La última vez que Isabel habló con su primo fue en febrero de 1998, cuando le impusieron su nombre a una calle. "Entonces el anterior alcalde, Juan José Bona, le dijo: ´Mira, ésta es Pilar, la nieta de Isabel´ y él la cogió. Y a ella, le dijo: ´Con lo cercanos que somos y lo lejanos que estamos´. Quizá ya tenía en mente depositar aquí las cenizas", explica. Isabel mantenía relación con el lingüista por carta. Ella le escribía en abril, para su cumpleaños; y él, en diciembre. Isabel recibió la última en noviembre y allí ya reconocía que estaba enfermo. "Antes, mi nieta Pilar había recibido otra, donde decía que sus nietas también estaban interesadas en los ordenadores y, sus nietos, en el fútbol, aunque creo que ninguno será Figo", escribió.

Isabel y su marido, Esteban, fueron ayer invitados por el alcalde de Magallón, Víctor Chueca, a asistir al sepelio en Madrid, "pero somos muy mayores, y yo me mareo en los viajes". Si que estará presente la corporación municipal de Magallón. Además, se ha aprobado la construcción, para depositar las cenizas, de un monolito inspirado en Fernando, la cultura y el libro, "un sitio digno para que descanse un personaje que ha dejado un gran legado a nivel nacional y también aquí, por eso una de sus últimas voluntades ha sido la de que sus cenizas descansen en su pueblo adoptivo", contó el alcalde. En un cementerio, por cierto, donde hace años, como de forma premonitoria, ya vio una lápida de otro paisano que se llamaba como él, Fernando Lázaro Carreter, por lo que decía: "Ya he visto mi tumba en Magallón".

Y es que la huella del filólogo está presente en todos los rincones de la localidad. La Casa de Cultura lleva su nombre; también la biblioteca, y una calle. Sus abuelos nacieron en lo que hoy es el número 46 de la calle San Miguel; su padre, una casa más abajo y la prima de Lázaro Carreter, Isabel, todavía sigue viviendo allí. Además, es hijo adoptivo de la localidad, desde 1972. Los jóvenes lo recuerdan de 1998, cuando asistió a la inauguración de su calle. Esther Bona, la encargada de la Biblioteca, también lo recuerda, por lo que le ha contado su padre y por su trabajo. Allí tiene en una caja, unos 40 libros que donó Lázaro Carreter, y que están pendientes de colocar en las estanterías, en un hueco para la obra este magallonero ilustre.

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