Agapito Iglesias anunció cambios en medio de la continuidad. El máximo accionista del club salió a la palestra dos días después del descenso del Zaragoza más caro de la historia, del séptimo presupuesto de la Liga, y pidió perdón, aunque sobre todo se mostró contundente, rayando en ocasiones la chulería y hasta retando en alguna respuesta --"No le debo nada a nadie, solo a mi padre y a mi padre", llegó a decir--, para anunciar que el proyecto no corre ningún peligro, que es viable en el apartado económico, y que él sigue al frente de la nave zaragocista. También lo hacen Bandrés y el actual consejo. No quiso concretar quién se va a ir en el club y en la plantilla, de la que también aseguró que no hay por qué vender a ningún futbolista --toda una pose, por cierto--. Así, de momento su cambio es invisible, como mínimo difícil de percibir, porque asegura que quiere hacer las transformaciones desde la sensatez y la tranquilidad, sin prisas, aunque al menos se atrevió a establecer un plazo de quince días para que esas transformaciones que anuncia comiencen a ser visibles.

A las doce estaba citado un consejo de administración extraordinario para analizar la situación tras el descenso. Al mismo solo faltó Manuel Teruel y, en él, Agapito Iglesias les comunicó sus intenciones de futuro, además de que se hizo oficial ante este organismo la renuncia de Miguel Pardeza como director deportivo. Como es un órgano puramente consultivo, la importancia de la reunión y de la comparecencia ante los medios estaba en el mensaje, en lo que pudiera decir sobre un club que tiene 77 millones de deuda reconocida, 35 más a largo plazo y que podría perder por su paso en Segunda entre 30 y 40 millones. Cifras que asustan a cualquiera. A Agapito, no.

CLARO Y VEHEMENTE "El Zaragoza económicamente no va a tener ningún tipo de problemas en los próximos años", aseguró en su mensaje, con guión incluido --que no quería que se viera--. Al final aceptó preguntas y es ahí donde se dejó llevar más por la vehemencia, demostrando por qué tiene en Bandrés no solo a un presidente ejecutivo sino también alguien que "está para hablar ante los medios", como él ya dijo en una ocasión. ¿Un ejemplo? "Garantizo personalmente la continuidad del Zaragoza. No solo por mi palabra, sino porque mi compañía, el grupo Codesport, tiene 1.500 trabajadores y factura más de 500 millones de euros. Que no le quepa duda a nadie de que el Zaragoza va a seguir vivo hoy, mañana y dentro de diez años, por encima de mí y de cualquiera. Desde el primer día he puesto mi empeño, pero también he arriesgado mi dinero y lo seguiré haciendo hasta el final", aseveró, para recordar la intervención en el área económica que lleva el club y la Operación Acordeón que está en marcha y que puede reportar al club unos 11 millones.

MENSAJE TRANQUILIZADOR Bajar a Segunda supone un desastre para cualquier club y también lo debería ser para el Zaragoza, porque la reducción de ingresos en muchos conceptos --televisión, publicidad, márketing, abonos...-- es más que notable. Aun así, el mensaje de Agapito, irreal o no, fue tranquilizador: "El presupuesto está hecho y sabemos el déficit de este año. Ya hablaremos del que viene, donde funcionará todo perfectamente. Nadie se tiene que preocupar de eso, ya estamos nosotros para hacerlo con honradez y con cariño".

El consejero delegado pidió perdón a la afición por el "fracaso deportivo" de bajar a Segunda y hasta se defendió de los que le achacan que no sabe de fútbol --"Mi objetivo no es saber sino disfrutar del fútbol", argumentó--, pero puso todo el énfasis en la continuidad de un proyecto que ahora cambia de objetivo: "Tiene cara y ojos y lo haremos con la misma ilusión para llevar al Zaragoza a donde debe, a Primera".

¿Y los cambios? Hay uno obligado por la salida de Miguel Pardeza de la dirección deportiva y en buena lógica habrá otro que ocupe ese puesto de confianza. Pero Agapito fue más allá: dijo que era el momento de cambiar, de profesionalizar el club aprovechando el descenso a Segunda, unas palabras muy similares a las que Soláns pronunció hace seis años en la misma coyuntura. "Aquí hay muchas cosas que cambiar y no podemos cometer el error de hace seis años. Se va a hacer desde la primera a la última remodelación. Este club tiene una historia que no hay que olvidar, pero que a veces supone un peso del que debe liberarse, porque no deja mover las cosas. El fútbol es cambiante, tiene que entrar aire fresco, y profesionales nuevos. No es que la gente actual sea mala, todo lo contrario, pero hay que modernizar", concluyó. Ahora, faltan los hechos.