La primera visita del secretario de Estado de Infraestructuras, Víctor Morlán, a Huesca después de conocerse la rescisión de tres de los contratos en marcha de la autovía Pamplona-Jaca (A-21) y la Mudéjar (A-23), obligaba a dar explicaciones y también a calmar los ánimos. Sobre todo porque acudía, en pleno aluvión de críticas, para inaugurar y poner en servicio 17 kilómetros más de la autovía Huesca-Lérida (A-22) cuando el resto de tramos en obras están en el aire. Quizá por eso decidió acudir con buenas noticias y anunciar que se rescatará el trazado de la autovía de Pamplona, entre Jaca y el límite provincial, y se ejecutará con la fórmula de la concesión.

No concretó ni el número de años que puede suponer la misma, ni cuando se podrían retomar los trabajos (nunca antes del 2011 si no hay financiación) pero sí que se sacará adelante con la necesaria colaboración público-privada, incluyéndolo en el próximo plan extraordinario de infraestructuras.

El escenario para anunciarlo era ideal: la puesta en servicio del tramo Siétamo-Río Alcanadre, aunque esté inacabado y no conecte con Ponzano que era donde realmente debía desembocar. Los tres kilómetros que restan, en los que surgieron problemas por la aparición de una sima, no está claro cuando se terminarán, ya que, como admitió Morlán, el ministerio está en conversaciones con la contratista para ver "en los próximos días" qué soluciones adoptar para intentar "abrirla en octubre".

Y es que la reprogramación y el recorte presupuestario afecta a casi todos los tramos de la A-22, como la variante de Binéfar, paralizada desde hace días cuando habían empezado los trabajos de asfaltado, o la de Almacellas. Además del tramo Huesca-Siétamo, de menos de diez kilómetros, para el que ni siquiera se ha redactado proyecto. Así se presentaron los 17 kilómetros, sin previsión de enlazar con la capital oscense y con la unión pendiente con el siguiente tramo, ya en servicio, a partir de Ponzano.

Aunque el secretario de Estado de Infraestructuras destaque que ya está en servicio más del 50% del trazado entre Huesca y Lérida (54 kilómetros en total), o que se hayan invertido 62,4 millones en el tramo inaugurado, el resto de la autovía también preocupa, a los alcaldes invitados, a la Diputación Provincial, a los representantes de las empresas de la provincia, a los sindicatos y a los usuarios de una carretera tan peligrosa como la N-240.

Por eso, Morlán les quiso garantizar que "no se va a dejar de construir la autovía" y que este parón es "solo un paréntesis", algo en lo que coincidió el presidente aragonés, Marcelino Iglesias. El secretario de Estado incidió en que la rescisión de los contratos anunciada "se debe a criterios objetivos, no hemos tenido en cuenta ni territorios ni empresas", solo la eficiencia de la propia obra. "A mí no me gusta tener una autovía parada, a nadie le gusta. Y cuando se toman estas decisiones es porque no queda más remedio", concluyó.