A las nueve y diez de la mañana de ayer, el teléfono móvil de Javier Campoy (Maella, 1970) recibía una llamada que iba a cambiar para siempre su trayectoria política: era citado en el Pignatelli para comunicarle que sería la persona elegida para relevar a José Luis Saz al frente de la Consejería de Hacienda. La encomienda le sobrevino inesperadamente al hombre de confianza de Luis María Beamonte en la provincia de Zaragoza, donde ocupa el número dos del partido. Además, es uno de los diputados del PP en las Cortes que goza de más avales en el grupo, donde ejerce como portavoz en Obras Públicas. Pero su nombramiento fue ayer una sorpresa para la mayoría de compañeros.

Este maellano que presume de serlo, localidad en la que su familia regenta desde hace décadas un popular restaurante y donde comenzó su actividad política como concejal entre 1999 y el 2003, dotará de mayor impronta política un departamento eminentemente técnico, en el que los responsables de ajustar las cuentas serán el equipo actual junto a la nueva directora general de presupuestos. Los conocimientos técnicos de Campoy son menores que los de Saz, aunque su perfil político le permitirá afrontar con solvencia los duros debates a los que se va a someter en las Cortes y en el Ministerio de Hacienda, donde tendrá la difícil misión de defender la posición aragonesa para encontrar un modelo de financiación autonómica favorable.

Licenciado en Derecho y especializado en posgrado en Administración de Empresas, tiene un despacho de abogados junto a su mujer y posee varias empresas destinadas a la gestión hipotecaria con ventas en los últimos años por importe aproximado de cinco millones de euros. En los últimos años ha ganado reconocimiento su actividad empresarial, así como la asesoría jurídica que ha prestado a numerosos municipios. También es uno de los cientos de apoderados de NCG Banco, puestos que ahora deberá dejar por su incompatibilidad con el cargo que ostentará a partir del lunes.

En el PP su figura ha crecido rápidamente de la mano de Beamonte y se ha trabajado con constancia el territorio, ya que en los dos últimos años ha mantenido encuentros con la mayoría de la militancia de la provincia de Zaragoza. Campoy, que afronta "con ilusión" la misión que le encarga Rudi, que ha valorado su tenacidad, tiene facilidad para las relaciones sociales y ha sabido granjearse el apoyo de gran parte del partido. El reto que tiene ante sí es complejo y puede convertirse en un arma de doble filo. Él deberá iniciar el plan de ajuste tras las directrices que le imponga el ministerio --con quien deberá discutir la financiación autonómica-- y tendrá que diseñar los últimos presupuestos de la legislatura, en un marco de contención y ajuste complicado para cualquier gestión. Si no es capaz de sujetar el déficit que ahora se ha disparado, su fulgurante carrera política sufrirá un considerable frenazo. Si, en cambio, consigue cuadrar el objetivo, misión compleja, se reforzará aún más el papel que pueda jugar en el PP aragonés de los próximos años.