El viejo reformatorio de El Buen Pastor solo es noticia desde hace ocho años por los devastadores efectos que sobre él ha tenido el abandono. Este edificio levantado en los años 50 como un ejemplo de correccional de menores con una apariencia más amable, como una escuela en la que comprender que la reinserción en la sociedad es posible a base de educación, cuelga del haber de la DGA como una de las piezas más ilustres del abandono de la Administración. Septiembre del 2006 significó clausurar sus puertas y nada, ni siquiera la imaginación de los vecinos --los que sufren de cerca las consecuencias del estado actual--, ha logrado sacarle del olvido.

Sus propuestas, al fin y al cabo, no eran tan marcianas como para ignorarlas pero lo cierto es que nadie les ha hecho ni caso. De nada les ha servido, en los últimos tres años, tener como presidente del distrito a José Ignacio Senao, concejal del PP en el ayuntamiento de la capital y exdiputado en las Cortes, para que les echaran un cable en el edificio Pignatelli.

Su idea era crear un centro público de Secundaria. Y su argumento responde a la lógica de entender que es uno de los pocos barrios de Zaragoza que no tiene instituto, demanda en el entorno más próximo hay más que suficiente porque el centro más cercano está, como mínimo, en Los Enlaces. Y el coste no sería como levantar uno nuevo.

La respuesta a sus plegarias ha sido el silencio. Por parte de la DGA, que en su día, antes de cerrar, les prometió crear allí, en sus 10.000 metros cuadrados de edificio y 40.000 de entorno, un centro de día y una residencia pero que luego metió en el cajón. Y no está entre sus prioridades ni en esta legislatura ni en las dos anteriores gobernadas por el PSOE.

Y silencio también por parte del ayuntamiento, que tampoco ha presionado en los últimos años para dar una solución al edificio --quizá porque el consistorio también acumula varios inmuebles en la ciudad vacíos y sin uso). Y también silencio por parte de su presidente del distrito, que recientemente anunciaba la intención de impulsar un plan integral y no hizo ni mención de incluir un futuro uso para estas instalaciones.

Así que Valdefierro se queda con su problema, sin su instituto y esperando que el edificio puede servir para algo más que para verlo olvidado desde fuera y desguazado desde dentro.