Teruel se multiplicó ayer en Zaragoza para mostrar su hartazgo por el «abandono» en que se halla la provincia. La manifestación, que recorrió el casco antiguo de la capital aragonesa para exigir la construcción de autovías, la mejora de líneas férreas y la apertura de hospitales, congregó a 14.000 personas, según la Delegación del Gobierno. Pero los organizadores, la entidad ciudadana Teruel Existe, cifró la asistencia en 25.000, inicialmente, pero posteriormente la fue subiendo hasta llegar a los 40.000.

Coincidiendo con el toque de las campanas en todos los pueblos de Teruel, la marcha partió a las 11 de la mañana de la parte trasera del edificio Pignatelli, sede de la DGA. Y lo hizo en medio de fuertes críticas a la ausencia Javier Lambán, presidente de Aragón.

Abriendo el paso, por delante de la pancarta ¡Salvemos Teruel! que portaba un grupo de niños, iba una locomotora de cartón piedra que resulta muy familiar a los turolenses. Se trataba de una reproducción casera del anticuado tren tamagochi que cubre la línea entre Zaragoza y Teruel. Una máquina lenta, contaminante y poco segura que cada dos por tres se avería. Ten fe podía leerse en uno de sus laterales, haciendo un ingenioso juego de palabras con las siglas de Renfe.

TODOS LOS PUEBLOS

«No vamos ni contra el Gobierno central ni contra el de Aragón. Cada uno tiene su parte de responsabilidad por lo que pasa en Teruel», explicó Miguel Ángel Fortea, uno de los portavoces de Teruel Existe, plataforma que se creó en 1999 para exigir inversiones que detuvieran la sangría demográfica que sufre el sur de Aragón. «El Gobierno aragonés depende de los fondos que llegan del Estado», reconoció.

Durante la marcha, que llenó arterias como Conde de Aranda y Alfonso I antes de desembocar en la plaza del Pilar, se entonaron eslóganes que criticaban la marginación de Teruel. ¡Más jamón y menos Puigdemont! fue uno de los estribillos que más sonó, pero también hubo referencias más directas, como ¡Lambán, escucha, Teruel está en lucha! o ¿Dónde están esos hospitales?, en referencia a los centros sanitarios aprobados para Alcañiz y la capital provincial, que no acaban de ver la luz.

Las deficiencias sanitarias se mezclaron con las exigencias de un mejor servicio ferroviario y de la construcción de la A-40 entre Cuenca y Alcañiz. Algunas pancartas hacían referencia a la crisis del carbón y al dudoso futuro de la central térmica de Andorra, como la que rezaba Reconversión: si. Aniquilación: no.

La llegada a la plaza del Pilar a mediodía pareció multitudinaria. «¡Somos muchos!», exclamó la presentadora del acto programado como culminación de la manifestación. De hecho, el río de gente que se iba acercando a la fuente de Goya generó una sensación de participación masiva debido los carteles que llevaban muchos participantes con los nombres de localidades turolenses. Desde Ababuj existe hasta Vivel del Río existe desfilaron todos y cada uno de los 236 municipios de la provincia, incluida hasta la más diminuta pedanía, como Ladruñán, que también dejó constancia de su existencia.

MANIFIESTO

Juana de Grandes, viuda de José Antonio Labordeta, y el escritor Luis Alegre leyeron el manifiesto elaborado por el historiador turolense Eloy Fernández Clemente. «Teruel no solo existe, también insiste y resiste», proclamó la primera entre los aplausos de los manifestantes.

Los oradores enumeraron el largo listado de agravios que padece Teruel, una provincia que, como subrayaron, «quiere salir de su aislamiento». Ningún problema se quedó en el tintero. La PAC, el «abandono institucional», la «falta de inversiones», las carencias de los hospitales y centros sanitarios... Hasta pintar un panorama que encajaba en la descripción que hizo Labordeta: la de una tierra en la que «solo quedan los viejos y los barrancos».

El «centralismo de Zaragoza» no se libró de los ataques, pero tampoco salió bien parado el Gobierno central, ni la Unión Europea, a la que se reprocha que no tenga en cuenta la baja población de Teruel a la hora de repartir sus fondos. «Nos dicen que Teruel ha llegado tarde a todo», lanzaron, indignados, desde la tribuna.

Poco antes de las dos, el cantautor Joaquín Carbonell subió al estrado y le dio un giro al acto. Combinando la ironía y el sentido del humor arrancó aplausos y sonrisas y se remontó al espíritu de Miravete, un pueblo sin apenas vecinos donde en el año 1977 nació el movimiento Salvar Teruel, germen de la plataforma Teruel Existe.