Zoe proviene del griego y significa llena de vida y, en el caso de la escolta zaragozana (18-3-01), la única representante de la comunidad en la plantilla del Casademont Zaragoza, esa plenitud se ha transformado en un vendaval que le llevó a debutar en octubre de 2015 de la mano de Víctor Lapeña y con 14 años en la élite del baloncesto femenino, la segunda jugadora más joven en hacerlo en España. Ahora, con 20, ya acumula seis temporadas, con la actual, de presencia en la máxima categoría, primero en el Mann Filter y después, desde el verano de 2020, en el Casademont, donde es una de las capitanas. 

Ese vendaval en la progresión lo asume con calma, un claro y magnífico contrapeso para evitar que la velocidad lleve a aumentar los errores. «El baloncesto es mi vida, pero cuando acabe quiero tener mi carrera hecha. Si sigo ligada al deporte será a través de la fisioterapia, no me veo de entrenadora ni nada de eso», dice al referirse a sus estudios.

La llamada del baloncesto le llegó de forma obvia. Su padre, José Miguel, fue alero del CAI, campeón de Copa en aquel mítico equipo y ahora director deportivo del OBC Alfindén. No le vio jugar, pero la influencia estaba clara. «Su referencia estuvo ahí y tiró pero nunca como algo extremo. Hasta los 12 años hacía tenis y baloncesto y lo elegí porque disfrutaba más el deporte de equipo. Él y mi madre siempre me han dado mucho margen para decidir», resume, poniendo el énfasis en que las riendas las lleva ella. Con fuerza.

«Ser la única de aquí es un orgullo, pero no me lo tomo como una presión añadida»

Es la segunda de cinco hermanos y se toma su ascensión hasta debutar tan joven en la élite, «como una muestra de orgullo. Era cadete y casi no sabía ni dónde estaba, pero el primer balón que toqué lo metí», recuerda. Entonces, lógicamente, no hacía vida de profesional, quemó etapas en la Liga Femenina y firmó su primer contrato en 2019, cuando ya dejó de ser júnior. «Llevar tantos años supone un aprendizaje y tener muchos ejemplos y eso es lo que te hace crecer. He tenido que privarme de cosas en mi vida social, pero lo haces porque te compensa».

Se encuentra en ese crecimiento y, en esta temporada en el Casademont, «tengo un equipo perfecto para hacerlo. Quiero asentarme en la categoría», asegura, con la mirada puesta en un futuro que dibuja un final de contrato en junio. «He tenido esa suerte de jugar siempre en casa y en la élite y ser la única de aquí lo llevo con orgullo. Se nota que la afición quiere gente de casa, aunque no me lo tomo como una presión añadida», revela, dejando la puerta a abierta a otras experiencias en el futuro, porque «me gustaría salir también fuera y probar en otros sitios». 

Mientras tanto, en el curso del retorno de la afición, con los casi 6.000 espectadores en el Príncipe Felipe en el día del baloncesto femenino aragonés como recuerdo cercano y precioso, porque «suponen un plus, la sexta jugadora», Zoe reivindica los objetivos grupales. «Tenemos que ser ambiciosas y buscar el 'playoff' y la Copa de la Reina», sentencia, con toda esa pasión, pero siempre con la tranquilidad.