Mujer y deporte

Pilar Balet: Historia viva

Siete veces campeona de Aragón de tenis, la zaragozana marcó el camino en tiempos difíciles

A sus 88 años, la aragonesa admite que el deporte que le cautivó ha cambiado mucho

Pilar Balet, en las instalaciones del Stadium Casablanca, con el que conquistó su primer campeonato de Aragón.

Pilar Balet, en las instalaciones del Stadium Casablanca, con el que conquistó su primer campeonato de Aragón. / ÁNGEL DE CASTRO

Jorge Oto

Jorge Oto

En los 40 y 50, todo era distinto. También el tenis, al que Pilar Balet llegó a través de su padre, con el que entrenaba de niña, cuando la raqueta y la red comenzaron a calar en la zaragozana. «Siempre me ha gustado mucho, sí, quizá porque en mis tiempos se empezaban ya a mover las cosas para la mujer, que hasta entonces simplemente estaba en casa con los niños. Empecé con 16 años y me costaba incluso encontrar una pista», recuerda Pilar, una «deportista nata» que también se emplearía a fondo posteriormente en el golf, la montaña o el esquí.

Pero fue el tenis lo primero que le cautivó, aunque no lo tuvo fácil y se vio obligada, ya cuando su idilio con este deporte comenzó a ir muy en serio, a marcharse a Barcelona. «Era difícil porque en Zaragoza no había entrenadores, pero tuve la suerte de que me ficharon en Barcelona y jugaba campeonatos de Cataluña. Aprendí mucho porque las chicas comenzaban ya a jugar mucho y me ayudaron», relata Pilar, que a los 17 años ya se había proclamado campeona de Aragón militando en el Stadium Casablanca. «Entonces era fácil porque no había muchas mujeres que jugaran y, por consiguiente, tampoco había muchos campeonatos».

La marcha a Barcelona para competir en segunda categoría le abrió de par en par las puertas de más torneos. «Para progresar no te puedes quedar encerrada en tu ciudad, hay que salir», asegura. El tenis formaba ya parte de su vida pero, sobre todo, era su mejor herramienta de diversión. «Lo pasaba bien, muy bien. Recuerdo que cuando me casé me fui con mi marido a la Patagonia pero con la raqueta en la mano, aunque ahí no había pistas. Aunque al final sí encontré una en casa de unos amigos ingleses, así que pude seguir practicando. Yo lo tenía como un hobby que me hacía pasar grandes ratos con muy buenos amigos. Y nunca perdí la afición, todo lo contrario. Me las ingeniaba para seguir jugando como fuera», asevera.

Así que la rutina era deliciosa. Pilar dedicaba toda la mañana al tenis con la consiguiente dosis de gimnasio para trabajar el fondo y la resistencia y un par de horas de práctica. Y los campeonatos, también por equipos, fueron cayendo uno tras otro, pero no su pasión por un deporte que, asume, ha cambiado mucho. «Las raquetas, los entrenamientos… La base era diferente también. Antes era todo más suave y ahora se trabaja y se cuida mucho más el físico y el rendimiento es notablemente mayor, con entrenamientos de muchas horas», subraya la zaragozana, que siguió raqueta en mano hasta los 55 años. «En los campeonatos tenía que jugar en individual y luego en dobles y era demasiado. Así que, aunque todavía voy a ver en directo las Copas que me apetecen, me volqué con el golf y seguí viviendo en torno al deporte. De hecho, lo he inculcado a mis hijos y todos practican alguno».

También los nietos, aunque solo uno de ellos, Martina, ha cogido la raqueta que llevó a su abuela a ser la mejor tenista de la comunidad durante siete campeonatos. «Se le da muy bien. Tiene 14 años y le gusta que le vea jugar en el Stadium Casablanca, donde empezó todo», celebra Pilar, que, a sus 88 años, se congratula de su relación con el tenis. «Ha sido una gozada», afirma.