MUJER Y DEPORTE

Yolanda Ayala y Montse Díaz: Mucho más allá del deporte

A través de la Fundación Basket Zaragoza, Yolanda Ayala, estudiante de filosofía, y Montse Díaz, coordinadora de actividades infantiles en el CN Helios, se encargan desde este curso del equipo de la Escuela de Atades

También trabajan con un grupo de inclusión social y en ambos casos el baloncesto es una poderosa herramienta para la integración de todo tipo de alumnos.

Yolanda Ayala y Montse Díaz, en el patio del colegio de Atades-San Martín de Porres.

Yolanda Ayala y Montse Díaz, en el patio del colegio de Atades-San Martín de Porres. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

El deporte puede ser una herramienta maravillosa. Bien lo saben en Atades y en la Fundación Basket Zaragoza y por eso utilizan el baloncesto para que los niños con discapacidad intelectual del colegio San Martin de Porres se sientan como los jugadores del Casademont Zaragoza, socialicen, mejoren sus habilidades y se diviertan. Para eso hacen falta personas como Yolanda Ayala y Montse Díaz, entrenadoras de la Fundación, que se encargan de dirigir las actividades.

Una, Yolanda, es estudiante de Filosofía y la otra, Montse, profesora y coordinadora de actividades infantiles en el CN Helios. Ambas practicaron baloncesto en su juventud y tienen el título de entrenadoras. Han dirigido a otros equipos, se encargan también de un grupo de inclusión social en el Villacruz, pero este curso se lanzaron sin dudarlo a la aventura de la Escuela de Atades cuando se lo propuso Ana Ramiro, la coordinadora de la Fundación.

«Me surgió la posibilidad de entrenar a chavales, primero de inclusión social, que me parecía bastante interesante, y este año esta oportunidad. Me llamaba mucho la atención trabajar con estos niños y me lancé. No tiene nada que ver, es otro mundo», explica Montse Díaz. «Hacía kárate y no fue hasta el instituto cuando descubrí el baloncesto, pero estuve poco tiempo y me metí a arbitrar. Conocí a un entrenador que me obligó, entre comillas, a hacer de monitora y entrenadora. Pensaba que no me gustaban nada los niños pero descubrí que sí y empecé a entrenar. Con él me fui a Special Olympics y empecé a entrenar baloncesto a personas con discapacidad intelectual», indica Yolanda Ayala.

Entrenar a un equipo de Atades no tiene nada que ver con un conjunto federado. Aquí no hay competición ni metas deportivas. «El objetivo es que socialicen y hagan deporte, tirar a canasta, que se muevan, que intenten pasar el balón», indica Ayala. «Cumplir órdenes, saber llevar a cabo las normas», añade Díaz.

Es una labor a veces compleja, a ratos frustrante, pero ambas están plenamente satisfechas. «Es satisfactorio, a mí me gusta. Porque te da la oportunidad de conocer otro tipo de personas, estos problemas que se te presentan te permiten conocer otra realidad», explica Díaz. «Coges un bagaje que te permite adaptarte rapidísimo a cualquier circunstancia», apunta Ayala. «Más que superación para ellos es superación para nosotras, es otro tipo de enriquecimiento», remata Díaz.

La relación con el Casademont Zaragoza hace un poco más especial la actividad. «Hace un par de semanas vinieron Yusta y Hermosa. Tenía que venir Vega pero no pudo. Vega cuando viene se conoce a todos los chavales, es increíble. Y a ellos les dices Vega y la conocen. Si no quieren hacer algo les dices que se lo van a contar a Vega y se levantan inmediatamente», explica Ayala. «Además les dan entradas y van muy contentos a los partidos, todos equipados», indica Díaz.

En estos meses de actividad han notado una gran evolución en el grupo. No solo en sus habilidades con el balón, sino sobre todo en el cariño que les han cogido y que les demuestran cada día. «Aparte de hacernos más caso, que es importante, la coordinación, manipular el balón, lo hacen muy bien. Alguna no llegaba a canasta y ahora llegan...», dice Díaz. «Cuando no te conocen tienen que explorar, con el tiempo te cogen cariño, meten canasta y vienen a darte un abrazo. No te lo has ganado por el baloncesto sino por estar con ellos», dice Ayala.

Las sesiones son muy sencillas. «Al principio les dejamos un poco libre y luego les preparamos juegos. Y los últimos cinco minutos son el partidazo, como le decimos. Hacemos capitanes y ellos mismos eligen. Una vez dentro del partido nadie se acuerda quién va con quién ni cuál es su canasta, es diversión pura y dura. Es un momento muy bonito, igual que cuando ponemos las manos y gritamos el equipo, eso les gusta mucho», relata Díaz. Y es que la Fundación Basket Zaragoza y Atades van mucho más allá del baloncesto.