Ya no hay marcha atrás. La Navidad se ha colado en las calles de Zaragoza. Luces, villancicos, anuncios, papás noeles por aquí, Reyes Magos por allá... y bolsas, muchas bolsas con regalos que, esperemos, sean del gusto del agraciado. El encendido de luces es mucho más que dar la bienvenida a la Navidad, es la experiencia navideña más nítida. Un rito social. Un acto colectivo en el que todos acabamos participando. A favor o en contra de este tipo de decoración, lo cierto es que ayuda a crear una sensación de normalidad, de alegría y también de nostalgia. Y sobre todo, fomentan el consumo, que no está mal. 

Si uno se guía por el precio de la luz, las ciudades permanecerían apagadas todas las fiestas, en penumbra, pero tras la crisis sanitaria y el recuerdo de unas navidades de restricciones, como las pasadas, este año el cuerpo pide marcha y por esos los ayuntamientos han tirado de ahorros para decorar más que nunca las calles del centro y los barrios. El objetivo está claro: que haya sensación de celebración, que se derroche alegría, aunque sea comedida ya que la situación epidemiológica del momento exige prudencia (y vacunación). 

Mismo presupuesto

Zaragoza ha vuelto a destinar 700.000 euros a la iluminación navideña, los mismos que el año pasado, aunque la iluminación llegará a más calles, plaza y puentes que nunca. 

En 2020 Jorge Azcón le dio un giro total a la decoración (piense en el brillante paseo Independencia) e incrementó la partida con 300.000 euros extra para dar «luz, la alegría y vida» a las calles de la capital, explicó en su día el alcalde. El gasto por habitante es, otro año más, de poco más de un euro (1,04) por cada zaragozano. 

Un dispendio para unos, que dicen que habría que priorizar el gasto, y correcto para otros, que celebran poder pasear bajo un manto de luces leds que les anime el día y, de paso, escuchar algún villancico. Hay que tener en cuenta que el milagro de las luces leds, de bajo consumo, permite llegar a más rincones con un menor gasto energético. 

Comparativa de gasto en luces de Navidad entre las diferentes ciudades.

Comparativa de gasto en luces de Navidad entre las diferentes ciudades. EL PERIÓDICO

La capital aragonesa no es una excepción. Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla se han esforzado para que este año haya más calles que nunca con decoración navideña y hay aumentado la inversión para generar ese ambiente de fiesta que tanta falta hace. También Vigo, claro está, pero lo que sucede allí es distinto, es «un acontecimiento planetario», como dice su alcalde, el socialista Abel Caballero.

 En Aragón, Teruel y Huesca lo han dado todo este año y preparan unas cabalgatas inolvidables porque, este año sí, los Reyes Magos quieren volver a la calle. A todas, también a las de los pueblos aragoneses, donde claman por el ambiente festivo y por la visita de sus majestades. 

Huesca y Teruel encendieron la navidad esta semana, y ayer lo hizo Zaragoza, que este año estrena en la plaza del Pilar una gigantesca bola de luces led y sonido de 12 metros de alto que guiará a los Reyes de Oriente hasta nuestras cosas. Esperemos.

Es solo una de las novedades de este año porque con 700.000 euros para gastar, los barrios pedían su ración de luces. Y así va a ser. Por las calles uno podrá toparse con cajas de regalo gigantes, ositos luminosos (algo más moñas), arcadas colgando de un lado a otro y árboles navideños. 

La gran bola iluminada de la plaza del Pilar es la novedad de este año. Jaime Galindo.

Engalanar e iluminar la ciudad para las fiestas tiene otro propósito: fomentar el consumo porque está comprobado que reactivan las compras. 

Los colores de las luminarias, con tonos dorados, rojos, naranjas o amarillos tienen un efecto euforizante. Invita a la alegría, a la acción. «La campaña de Navidad, como se entiende en nuestra sociedad, es consumista y todo lo que se haga es bien recibido», explica Alejandro Aznar, de la Asociación de Comerciantes de la calle Don Jaime, que celebra que el actual equipo de Gobierno (de PP y Cs) sí que apueste por la decoración. 

Más ventas

«Los espacios bien cuidados, bien iluminados y con animación siempre invitan a pasear, y si a eso le sumas una sensación de ilusión, más todavía», añade. Podría decirse que una calle bien decorada, con luces que parpadean de forma ininterrumpidas, se convierten en una especie de máquina tragaperras que llama la atención de muchos.  

Es innegable que la iluminación navideña es un gasto, pero también es una inversión de emociones para todos, sin excepciones. Seas como seas. También un gancho turístico. Ejemplo de ello es Vigo, que cada mes de diciembre recibe un goteo incesante de  turistas --móvil en mano-- para ver las luces. Y una herramienta política y a nadie le extraña que el día de la Constitución Zaragoza y Madrid reprogramen sus mantos de luces con los colores de la bandera de España. 

Pero aún hay más porque Papá Noel no podía. Este año, además, compartirá su fábrica de juguetes con las carrozas de los Reyes Magos, que han decidido aparcar en Zaragoza(ya es casualidad) hasta la gran noche. Esa en la que salvo carbón, uno pide de todo.