Muchos asistentes no recordaban una edición tan desangelada. Pocos asistentes y pocas ganas de corrillos. Ni recordaban una intervención de un presidente del Gobierno tan a la defensiva, lo que provocó malestar entre más de un dirigente político, que no se sintió representado en una intervención que tradicionalmente suele tener un elevado tono institucional y evita la pugna política. En esta ocasión, las palabras de la presidenta Luisa Fernanda Rudi dejó un sinfín de reacciones posteriores, y no precisamente positivas.

Sus alusiones a la herencia recibida originaron un profundo malestar en el PSOE. Su secretario general, Javier Lambán recriminó que hablara de "incendios" y que huyera de dar a su intervención un tono más institucional, con carga política, pero sin tener que atacar a los partidos de la oposición. "Llevan tres años sin gobernar y siguen haciendo oposición a la oposición", aseguraba esta semana visiblemente molesto un colaborador de Lambán.

Ausencias destacadas

Ya hubo alguna ausencia destacada precisamente porque intuía cuál iba a ser el fondo de las intervenciones, en especial la de Rudi. Entre esas ausencias, fue significativa la del anterior presidente de las Cortes y el diputado más veterano de la Cámara junto a José Ángel Biel. Es el caso de Francisco Pina, que por primera vez en 28 años no asistió deliberadamente al acto institucional. Otra ausencia destacada fue la del portavoz de CHA, José Luis Soro Se estrenaba como portavoz (no fue el único, ya que también lo hizo Patricia Luquin por IU), que optó por asistir a un acto de su partido, para celebrar el Día de Aragón. Podría usar como coartada que es presidente de la formación y debía estar junto a la militancia, pero a nadie escapa la incomodidad con la que acogió CHA la entrega de la Medalla de las Cortes a la Academia General Militar, escuela de formación del Ejército. Una velada forma de protesta ante otra novedad desafortunada: la máxima distinción que otorga la Cámara solía entregarse a quien suscitara el consenso de todos los grupos parlamentarios (salvo alguna excepción) y en esta ocasión, esto no se dio, ya que CHA e IU se opusieron.

Precisamente esta circunstancia provocó que el diputado de IU, Adolfo Barrena, estuviera a punto de dejar el acto, algo que no hizo "por respeto a las Cortes y a la ciudadanía", pero sí fue audible un reproche en plena intervención de Biel cuando tres veces señaló que la medalla se había dado "por acuerdo de la Mesa y la Junta de Portavoces". En esta última no fue así.

Lo mismo le ocurrió cuando habló Rudi, en una intervención que incluso a algunos populares y aragonesistas sorprendió y no positivamente, porque Barrena lamentó que en lugar de emplear un tono reivindicativo y propio del Día de Aragón, "parecía una comparecencia nada adecuada para ese día". Sobre la naturaleza de los premiados, y sin que nadie niegue los méritos adquiridos, también cuestionan que en los últimos tres años se hayan concedido a tres instituciones prestigiosas pero alejadas del día a día de la ciudadanía y cercanos a los tradicionales pilares del poder. Es el caso de la Facultad de Derecho, la Real Sociedad Económica de Amigos del País (vinculada a Ibercaja) y al Ejército.

El escaso arraigo popular se demuestra en la asistencia, cada vez menor, al acto. Esta legislatura se unificaron los actos del Gobierno con los de las Cortes, en otra decisión cuestionada por mezclar el Ejecutivo con el poder legislativo pero que se justificó por la necesidad de ahorro. De las 2.000 personas que se esperaban, apenas hubo 700 y muchos marcharon apresurados sin ganas de hacer corrillos.