Las manifestaciones antifascistas del 20-N, que inicialmente eran convocadas en Zaragoza por colectivos pacifistas en respuesta a las concentraciones de nostálgicos del anterior régimen para recordar la fecha de la muerte de Franco y José Antonio, han degenerado desde hace años en algaradas callejeras con numerosos destrozos en el mobiliario urbano y agresiones.

A estas marchas, que tienen como denominador común el incumplimiento sistemático de la normativa sobre concentraciones y que nunca son comunicadas a la Delegación del Gobierno, suelen acudir jóvenes encapuchados y armados de esprays y objetos contundentes cuyo principal objetivo es provocar a los Cuerpos de Seguridad.

En el 2000, un agente resultó herido de un botellazo. Se produjeron algaradas en el Coso Bajo, donde la Policía Local detuvo a cinco jóvenes. Se destrozaron marquesinas, mobiliario urbano, una cabina de teléfonos y las lunas de una empresa de trabajo temporal.

Un año más tarde se enfrentaron jóvenes de ideología contraria en el paseo Independencia y en las calles de Costa, Cádiz y San Miguel. Durante la marcha antifascista se realizaron numerosas pintadas y se lanzaron huevos contra comercios. No hubo detenciones.

En el 2002, los manifestantes lanzaron piedras y objetos metálicos contra los coches policiales. Las algaradas se repitieron hasta la medianoche en el Coso Bajo, con roturas de lunas en comercios y vuelcos de contenedores de basura.

El año pasado, tras numerosos destrozos, la Policía procedió a dispersar a los manifestantes que lanzaron piedras y rodamientos metálicos contra sus vehículos. Grupos reducidos, a modo de guerrillas, realizaron actos vandálicos en diversos puntos de la ciudad.