Alumalsa ha puesto encima de la mesa un expediente de regulación de empleo (ERE) que puede suponer la pérdida de 230 empleos en su planta de Zaragoza. Una de las peores noticias que podían llegar a la fundición de la carretera de Castellón se dio a conocer hacia las 14,30 horas de este lunes, a través de un frío comunicado de apenas tres párrafos que supone un auténtico mazazo a uno de los emblemas del sector metalúrgico de la provincia.

Hace apenas nueve meses la empresa de ascensores Schindler anunciaba 119 despidos en su factoría de la Cartuja. Hoy es Alumalsa, aunque en este caso el impacto laboral duplica al de la fábrica de elevadores. Un nuevo drama para la industria aragonesa.

La compañía, propiedad de la canadiende Linamar Corporation, cuenta en estos momentos con 555 trabajadores (casi todos indefinidos), por lo que el ERE de extinción afectará, si la negociación no lo remedia, a más del 40% de la plantilla.

«La situación actual con alguno de nuestros clientes y la evolución del mercado ha situado a la empresa en una posición que precisa el ajuste de su plantilla para poder adaptar la carga de trabajo de los próximos años», anunció la empresa en el comunicado remitido a los empleados.

La empresa, que exporta casi toda su producción, trabaja para el automóvil fabricando las piezas de aluminio más complejas que requieren los productores del sector del auto.

CLIENTE PRINCIPAL

Según ha podido saber este diario, el pasado 5 de agosto, el principal cliente de Alumalsa, BorgWarner, decidió rescindir el contrato con Linamar, de forma unilateral, para la fabricación de turbocompresores. La decisión fue comunicada a la dirección de Alumalsa, por lo que todos en la planta de la carretera de Castellón auguraban ajustes. Sin embargo, el impacto es mucho mayor del esperado, reconocieron fuentes del comité. «Nos hemos quedado perplejos, es una aberración», señaló Adolfo Montori, de CCOO.

BorgWagner representa el 40% de la facturación de la planta de Alumalsa en Zaragoza, por lo que el despido de 230 empleados sería una consecuencia directa de la pérdida de este cliente principal. De hecho, las previsiones de facturación para la factoría aragonesa en este 2020 rondaban los 90 millones de euros, que pueden verse reducidos hasta los 50 o 60 millones, indicaron desde el comité.

Pero en Alumalsa Zaragoza llueve sobre mojado. En el último año se han perdido casi 200 puestos de trabajo después de que otra división de BorgWarner decidiese rescindir otro de los contratos. Fue en octubre del 2019. Solo unos meses antes de este anuncio trabajaban en la factoría unas 760 personas. Desde entonces el reguero de despidos no ha cesado. «El caso es que no nos han dado ninguna solución, solo nos dicen que están luchando por el contrato», indicó a este diario el presidente del comité de empresa, Enrique Encuentra que afronta la negociación del ERE con «preocupación». «El problema va a ser qué quedará aquí cuando se consumen los despidos, qué futuro espera a la factoría a medio y largo plazo», dijo resignado

Casi sin tiempo para reaccionar, el comité --formado por el SITA, UGT, CCOO y OSTA-- trata de afrontar la negociación del ERTE que, previsiblemente, comenzará el próximo lunes. Solo 24 horas antes tendrá lugar una asamblea a la que están conovcados los 555 trabajadores a las puertas de la fábrica para analizar la situación. El acto, apuntó Encuentra, se ha convocado ya y mantendrá los protocolos de seguridad por el covid.

Los cálculos del comité señalan que en la factoría hay unos 70 empleados con más de 55 años por lo que las prejubilaciones se antojan escasas. El resto de salidas serán de personas de entre 45 y 50 años, que en su mayoría que llevan más de 20 trabajando en Alumalsa. «Ahora a ver dónde encuentra trabajo toda esa gente», se lamentaba el máximo representante de los trabajadores.

Y todo esto sucede, precisamente, en pleno Expediente de regulación de empleo temporal (ERTE) por el coronavirus, lo que ha provocado que desde el pasado 23 de marzo y hasta finales de octubre los trabajadores hayan ido rotando a la hora de acudir a sus puestos de trabajo.