Arento intentará vender todos sus activos en los próximos meses y salvar el mayor número de empleos posible después de que no haya logrado alcanzar un acuerdo con los acreedores en el proceso concursal que afecta al que fuera el mayor grupo cooperativo de Aragón. La sociedad, que se encuentra en proceso de liquidación, acaba de firmar la venta de la unidad productiva de la línea de negocio cárnico del grupo a Cárnicas Gallego, según informó Arento a este diario.

La venta, que ha sido aprobada por resolución del Juzgado Mercantil número 1 de Zaragoza, incluye la mayor parte de la maquinaria de Arento Industrias Cárnicas y la subrogación de 13 trabajadores que pasarán a formar parte de la plantilla de Carnicas Gallego. Para los otros 17 trabajadores de la empresa el objetivo es alcanzar un acuerdo para la presentación de un expediente de regulación de empleo (ere).

La venta del resto de activos que están gestionados ahora por el administrador concursal se tratará de lleva a cabo a lo largo de los próximos meses para tratar de enjugar una pequeña parte de los más de 189 millones de euros de pasivo que arrastraba la sociedad en el momento de presentar el concurso. El mayor acreedor era Bantierra (ahora Cajar Rural de Aragón) que aglutinaba un 40% del total.

El Consejo Rector de Arento y los órganos de administración de cada sociedad vinculada al grupo han considerado que “no es viable conseguir un convenio de acreedores, y a la vista de la conveniencia para las sociedades de liquidar la actividad” que se está desarrollando actualmente, acordaron el pasado 28 de diciembre instar la liquidación ante el juzgado, señalaron desde la sociedad a este diario.

Por tanto, a partir de ahora el objetivo es intentar la venta de las dos unidades productivas que están actualmente en funcionamiento. Se trata de una fábrica de sémolas y otra de harinas ubicadas en Daroca y en Tauste, así como del reto de activos del grupo. En estos momentos la actividad de ambas plantas, que aglutinan alrededor de 50 empleos entre ambas, continúa con normalidad gracias a los diversos acuerdos para trabajar a maquila. En este sentido, desde Arento apuntaron que la venta de la unidad productiva “permitiría no solo la continuidad de las fábricas sino el mantenimiento de casi 50 puestos de trabajo”.

Arento también dispone de otros activos relevantes para su venta entre los que se figuran dos naves en Mercazaragoza. El objetivo, por tanto, es dar salida a su comercialización para poder saldar una parte de las abultadas deudas con los acreedores. Mientras, las cooperativas que formaban parte del grupo han ido formalizando acuerdos comerciales con otras sociedades para dar salida a las cosechas de cientos de agricultores que hasta ahora trabajaban para el mayor grupo cooperativo de la comunidad.

La caída de un gigante

El Juzgado de lo Mercantil número uno de Zaragoza declaró en junio del 2019 el en concurso de acreedores a Arento y otras nuevas sociedades dependientes de esta matriz que arrastraban una deuda conjunta de 189,1 millones de euros.

Se trata del mayor concurso de acreedores que se decreta en Aragón en los últimos años por elevado volumen del impago. El del Real Zaragoza, por ejemplo, que era uno de los más voluminosos, fue declarado en el 2011 con un pasivo de 130 millones. Y eso a pesar de la reestructuración financiera llevada a cabo por Arento hace dos años, cuando pactó con un total de 19 bancos acreedores una quita y una rebaja de tipos de interés de los préstamos. La operación rondó los 69 millones de euros —incluyendo líneas de circulante—, pero resultó insuficiente para evitar la caída de este gigante agroalimentario.