Tres vecinos de Benidorm acaban de ser condenados por haber hecho de la estafa su modo de vida, a costa de estaciones de servicio a las que timaban telefónicamente para costearse sus apuestas y partidas de póker por internet. Un sistema con el que captaron al menos 70.000 euros, que en teoría deberían devolver a la entidad gestora de los TPV (datáfonos) que se encargó de resarcir a los afectados. Aunque dos de los tres penados, que aceptaron sendas condenas de dos años de cárcel y 1.080 euros de multa ante la Audiencia Nacional, son insolventes.

Los tres alicantinos se lucraron de gasolineras y restaurantes de carretera de diversas provincias de España, algunas en los partidos judiciales de Teruel y Calamocha, cuyos juzgados habían instruido diligencias que acabaron acumuladas en la nacional.

Su sistema, según admitieron al aceptar su condena, comenzaba con la recopilación de información de los establecimientos a través de internet, con las que luego contactaban telefónicamente haciéndose pasar por técnicos de mantenimiento de la empresa de TPV.

Al empleado con el que contactaban le explicaban que había un problema en el dispositivo, y tenían que hacer un «reglaje de parametrajes» para solventarlo. En un supuesto proceso de asistencia remota, le iban guiando por una serie de pantallas en el terminal hasta llegar a las recargas por internet, y les orientaban para que hicieran una, con lo que la máquina generaba un documento -conocido como boleta o tíquet- en el que aparecía una secuencia de número pin, que también solicitaban.

Una vez obtenido el código secreto de la transferencia, la hacían efectiva pero en cuentas que ellos manejaban en alguna de las principales páginas de juego por internet que operan en España. Las ganancias, en el caso de que las hubiera, las desviaban a tarjetas tipo monedero electrónico u otras plataformas de cobro para dificultar el posible rastreo del capital.

COORDINACIÓN

La investigación por la acumulación de denuncias de este tipo concluyó que los tres condenados (había un cuarto, pero solo le acusaba la empresa de terminales, y no compareció en el juicio, por lo que fue absuelto) tenían que estar perfectamente coordinados para la rápida transferencia de las boletas, y dada la variedad de cuentas de juego entre las que se movían las divisas ilegalmente obtenidas.

Los condenados tenían además perfectamente planeada la estrategia de la estafa, que se basaba en obtener pequeñas cantidades, de menos de 400 euros. Esto, en la época en que se cometió, estaba tipificado como falta (hoy ería delito leve) en caso de que se investigara por separado, y los tres confiaban en que dado el escaso montante, muchos afectados no denunciarían o en cualquier caso no llamaría la atención de las autoridades. Pero las víctimas sí reclamaron a la empresa de los terminales, que se vio con un inesperado agujero de 70.000 euros por el que obviamente impulsó una investigación.

Los investigadores concluyeron igualmente que los tres tenían ciertos conocimientos informáticos, que les permitieron no solo diseñar el procedimiento de la estafa sino camuflar el destino del dinero, que destinaban principalmente al póker en internet, aunque también a apuestas en general.

Y hasta que fueron localizados y juzgados, los ingresos que lograron eran lo suficientemente grandes para llevar un tren de vida desahogado sin tener ningún oficio remunerado conocido, destacaron igualmente los investigadores. Todo ello lo admitieron al aceptar su condena, a principios del pasado mes de julio.