Un total de catorce niños aragoneses han sido sometidos a un trasplante de órganos en los cinco últimos años. Dos de ellos recibieron la donación el pasado año y, como el resto, fueron derivados a Madrid o Barcelona, donde se ubican los centros de referencia nacional donde se realizan este tipo de intervenciones a niños.

La mitad de esos trasplantes realizados a población pediátrica aragonesa de entre 1 y 17 años a lo largo del último lustro fueron de riñón, otros cuatro fueron hepáticos, dos pulmonares y uno más multivisceral (de hígado, páncreas, estómago e intestino). El área pediátrica del hospital Valle Hebrón (Barcelona) albergó ocho de estas operaciones, cuatro se derivaron al hospital La Paz (Madrid) y dos más al 12 de octubre, también en la capital de España. Pero, ¿cuáles son las principales diferencias entre un trasplante a un niño respecto a un adulto? Un niño sufre patologías específicas que llevan a los trasplantes.

Por ejemplo, el cardiaco de adulto es en la mayoría de ocasiones por haber sufrido infartos de miocardio o cardiopatías por mucha hipertensión, mientras que en los niños es por trastornos congénitos de nacimiento. La mayoría de lso hepáticos en adultos se deben a cirrosis, pero en niños es por otra malformación al nacer y en el renal se produce en niños por trastornos, malformaciones o infecciones», indica José Ignacio Sánchez Miret, coordinador autonómico de trasplantes.

Lo que condiciona el trasplante es el tamaño y la infrecuencia de la donación. «En España, es muy escasa en la población infantil porque no hay mortalidad de niños que puedan ser donantes. Hace años eran jóvenes víctimas de accidentes de circulación o traumatismos craneoencefálicos, pero en los últimos 15 años no tenemos ese tipo de donantes», dice el coordinador. Esta escasez justifica la puesta en marcha de programas de donantes vivos. De hecho, la mayoría de trasplantes de hígado en niños se hace con un órgano de donante vivo de uno de los padres. Se hace un trasplante parcial -como en el de pulmón- del lóbulo izquierdo, pero es una operación muy compleja y se requiere experiencia (se hacen unos 10 o 12 al año). Afortunadamente, cada vez se necesitan menos trasplantes gracias a la cirugía correctora tanto intrauterina como en la primera etapa de la vida, así como por los tratamientos específicos existentes.