Conquistar un territorio. Instaurar un nuevo imperio. Tomar una cervecita mientras planeas con tus amigos lo que vas a hacer este verano. Acabar con todo un ejército. Alegrarse el día al leer un mail de un amigo perdido . Comprar en una subasta aquél objeto que falta para completar la colección. Acertar al objetivo a 200 metros de distancia. Conducir a más de 300 kilómetros por hora... Todo esto dentro de un cubículo que, en algunas ocasiones, apenas supera los 80 metros cuadrados. Un amplio abanico de posibilidades en el interior de un cibercafé. ¿Quién dijo que quedarse en verano en Zaragoza podía resultar aburrido?

Aunque los estragos del estío se dejan notar en todo tipo de comercios locales, son muchos los zaragozanos que prefieren la quietud de los ciber, donde pueden navegar por Internet o divertirse con los juegos en red, al jaleo de las piscinas. "Yo me lo paso mejor aquí jugando al Counter (un juego de estrategia militar) con mis amigos que bañándome o yendo en bici por ahí", afirma David mientras, con la mirada clavada en la pantalla, apunta al pecho de su oponente. "¡Dónde vas a comparar! Esto es mucho más divertido. Ya estoy cansado de ir a las piscinas y al pueblo", añade Carlos, un chico de 16 años que lleva más dos veranos quedándose en la ciudad "para poder ir al ciber". Y es que el público más habitual --sobre todo en estas épocas del año-- son las cuadrillas de amigos de entre 13 y 18 años.

Pero no todos los zaragozanos acuden a los cibercafés para entretenerse con los juegos en red. Otros muchos, que superan en edad a los anteriores --la edad media es de unos 24 años--, visitan estos centros para acceder a su correo electrónico, navegar por internet o incluso comprar los billetes de avión para las vacaciones. Este es el caso de Miriam e Iván, quienes dedicaron la tarde de ayer a "buscar el vuelo más barato" en un ciber del centro de la ciudad. "Nos queremos ir en septiembre a Londres y como por internet los aviones salen mejor de precio, pues aquí estamos... A ver si encontramos algo", comentaba el joven de 23 años. Junto a ellos, Ana Gracia, una estudiante de Ingeniería, leía un mensaje "de un amigo que está trabajando en Alemania". "Durante el curso, como tengo internet en la universidad, no suelo venir demasiado, pero en verano si quiero ver el correo tengo que venir a los ciber", apuntaba la joven.

Y es que, aunque los propietarios se quejan del bajón que han experimentado en los últimos años estos establecimientos, los tres cibercafés visitados en el día de ayer por este diario presentaban un aforo casi completo. "Lo cierto es que nosotros no nos podemos quejar, pero en los dos últimos años muchos locales han tenido que cerrar, porque la normativa nos equipara a los salones de máquinas recreativas; lo que hace que las condiciones económicas sean imposibles de cumplir", explicaba Daniel Alonso, propietario de un ciber en la calle Baltasar Gracián.

Ajenos a leyes e impuestos, decenas de jóvenes zaragozanos como David y Carlos invadirán este verano los cibercafés para refugiarse del sofocante calor.