Los gorros, abrigos y aparatosas bufandas fueron los principales elementos a vigilar ayer en los escáneres de la estación de Delicias de Zaragoza en el primer trayecto de AVE desde que la aparatosa tormenta Filomena obligara a suspender todos los trayectos ferroviarios. Parecía que las maletas eran lo de menos en una jornada en la que predominaron las dudas sobre la movilidad real («¿Saldrá el avión en el que tenemos que embarcar en Barajas?», se preguntaba una pareja de estudiantes) y también las quejas por la falta de previsión, información y facilidades por parte de Renfe a la hora de gestionar los billetes.

Carlos Pueyo es una de las persona a las que Filomena les ha complicado sus planes. Tras dos días de retraso se ha visto obligado viajar a Madrid con el AVE que salía a las 13.45 horas con el objetivo de enlazar con otro medio de transporte y llegar a su destino. «Solo tenemos información muy genérica sobre lo que pasa», lamentó.

Una situación similar a la que tiene que hacer frente la maestra Esther Campos. En la sala de espera aguarda a que se recuperen la circulación con destino a Barcelona, pues también tiene comprado un billete de avión para llegar a Menorca. «En la educación pública es muy difícil hacer las sustituciones si alguien falta», explica tras haber pasado unos días en el barrio de Casablanca cuidando de su madre. Con muchas dudas y nervios encima solo encuentra una receta para afrontar el caos en el que se ha convertido la movilidad por culpa de la nieve y el hielo. «Lectura, paciencia y mucha filosofía», bromea.

La previsión y la anticipación a la hora de hacer movimientos tampoco son una garantía para que las cosas salgan a pedir de boca. Al menos esa es la realidad con la que se encontró Mayte Aranzábal tras partir el viernes desde Artusa con el objetivo de adelantarse a las complejas previsiones meteorológicas que se anunciaban desde los medios.

Tras hacer noche en Huesca confiaba en haber montado en el tren en la estación altoaragonesa, pero tuvo que renunciar a ese trayecto y llegar a Zaragoza en un autobús que recorrió el camino por la autovía detrás de una quitanieves. Gracia a unos amigos ha podido pasar el fin de semana en la capital aragonesa y emprender un viaje que si todo sale bien debería terminar en Jerez. «Lo primero que haré será pedir una ración de pescadito frío y un vino», aseguró esperanzada.

La ruta del sur, con destino Sevilla es la que tenía que tomar Alba Giménez. Como el resto de los viajero subió al tren sin conocer qué pasaría en Madrid, donde el transbordo es obligado. Muchas dudas ante la nieve._