El rector de la Universidad de Zaragoza, José Antonio Mayoral, atiende a EL PERIÓDICO con motivo del inicio del curso académico en el campus público, cuyas clases empiezan mañana.

-¿Qué tal ha ido el verano rector? ¿Preparado para el nuevo curso académico?

-El verano de un rector es también para descansar, pero nunca tanto como uno querría. En agosto he estado alguna semana trabajando y me siento tan preparado como siempre.

-De todas la novedades del curso, las obras de Filosofía son el caballo ganador. ¿Los traslados le han dado problemas?

-En todo momento hemos intentado que el perjuicio para el alumno y el docente fuera el menor posible. Sé lo que es pasar un periodo de incomodidades, porque yo lo sufrí cuando daba clases en un barracón de Ciencias hace años. Cuando uno hace una tortilla, antes hay que romper el huevo. El resultado será muy bueno. Tanto el presidente Lambán como yo tenemos un empeño personal en que todo salga adelante. La obra es necesaria, el proyecto muy bonito y la etiqueta verde del edificio es muy importante.

-¿Se plantean cambios en las titulaciones?

-Pronto se resolverá la convocatoria de másteres de excelencia, que están teniendo mucho éxito y me consta que hay demanda. Por otro lado, las dobles vías van ganando terreno y estamos explorando alguna opción como Matemáticas e Informática.

-Hablando de másteres, ¿qué le parece la dimisión de Carmen Montón por sus irregularidades en el máster y, en general, toda la polémica generada por el caso Cifuentes, Casado o las dudas sobre la tesis de Sánchez?

-Los casos que hay sobre la mesa son de un solo instituto y de una universidad. ¿Y esto sirve para hablar de que existe en el conjunto del sistema universitario español? No tiene sentido. Sobre la tesis, es el proceso más garantista que existe en la universidad española con una exposición y defensa pública. Si alguien detecta plagio, están los tribunales de justicia para probarlo.

-¿En la Universidad de Zaragoza podría darse algún caso?

-Es muy difícil que pase un caso así o una acumulación de situaciones de ese nivel.

-¿Ha habido algún avance en los grados 3+2 (tres años de grado y dos de máster)?

-No ha habido ningún cambio y no sé que sucederá, pero uno de los mayores problemas que tiene trabajar con universidades europeas es este. Yo opino que el 4+1,5 es la opción destacada y la alternativa a explorar. Ese 1,5 también sirve como reconocimiento de máster de grado.

-¿Cuál es la deuda actual de la Universidad de Zaragoza?

-Tenemos una deuda que es aceptablemente mala. Este año bajaremos de los 13 millones de euros, pero hemos amortizado 4 millones en solo dos años. Eso es una barbaridad. Con este contexto hay que compatibilizar menos matrículas, no bajar la política de tasas y mantener un equilibrio económico. Es complejo y requiere muchas horas de hablar y con este Gobierno ha sido posible. No es un eslogan político, pero hay que sentarse a hablar siempre porque eso permite llegar a acuerdos y a encontrarnos lo más próximo a lo óptimo que queramos ambas partes.

-¿Teme que la situación preelectoral perjudique a esas buenas relaciones o a la universidad como institución?

-Estoy convencido de que no. En este momento, todos los partidos políticos se han entrevistado con este rector o con mi equipo; he comparecido cada año en las Cortes y he recibido a los portavoces de los partidos para hablar con todos. A todos les he hecho ver que la universidad hay que entenderla como sociedad y no como política. Gobierne quien gobierne, el espíritu de diálogo se mantendrá con todos. Si se habla y se nos entiende, se nos quiere un poco más.

-¿Cree que el ciudadano de a pie se siente próximo a la universidad o la considera una institución lejana, únicamente para los estudiantes?

-Creo que cada vez sienten la universidad más suya y de todos. El ejercicio de transparencia que hacemos forma parte de nuestro trabajo, dependemos de la sociedad y yo quiero una universidad accesible, que no sea un coste sino un beneficio. Me invitan a muchos actos y voy, aunque no sean relacionados con la universidad, porque quiero estar cerca para que luego cuando digas que tomas un millón de euros de los impuestos entiendan que es para una institución de todos y para algo importante.

-¿Este curso habrá reestructuración de departamentos?

-Es una reestructuración universitaria y no departamental. En septiembre se aprobará una normativa sobre la gestión de espacios y equipamientos, de modo que cada uno asumirá sus responsabilidades y ahí sabremos quien tiene la carga de responsabilidad. Con esto bien distribuido se plantearán nuevas reestructuraciones. Se nos dijo hace meses que estábamos haciendo algo sin saber lo que había. Pues bueno, ya sabemos lo que hay y donde estará cada responsabilidad. También vamos a crear una unidad única de inspección de servicios de la Universidad de Zaragoza. Ahora existe, pero hay personas que trabajan exclusivamente para un ámbito y lo que queremos es hacer una estructura única para que trabajen juntos. El reglamento está muy avanzado.

-¿Hay buena relación con los departamentos o han surgido problemas?

-El documento está muy consensuado y saldrá adelante sin ninguna duda. A todo el mundo le interesa, porque es una cuestión pura de organización. La universidad estaba llena hasta de competencias impropias, es decir, competencias que nadie sabía a quién correspondían o a quién dirigirse cuando había un problema en un despacho. ¿Al departamento, a la facultad, al rector? La nueva normativa permitirá eso mismo, saber a qué puerta tocar cuando haya dudas.

-Ha pasado la mitad de su legislatura. ¿Qué retos le quedan?

-Hay varios, pero hay uno que me preocupa muchísimo y es que la universidad está envejecimiento a pasos agigantados. Es una cuestión que me quita el sueño, pero no es un problema de aquí, es nacional.

-¿Cómo de envejecida está la plantilla de profesores?

-La Universidad de Zaragoza se llenó en los años 80 y 90, fue el gran boom y yo soy hijo de esa época. Entre los 55 y los 70 años tenemos a muchísima gente de nuestros mejores investigadores y profesores. El reemplazo es complicado, porque la edad a la que los universitarios tienen una cierta estabilidad laboral, ya no digo un salario competitivo, ahora es muy alta. Todo es una carrera de obstáculo, el proceso es largo y nos hace poco atractivos.

-¿Y cuál es la solución?

-El reemplazo como he dicho es difícil. Actualmente, la industria coloca a doctores y eso también nos hace poco competitivos. Estamos empezando, por tanto, a perder talento en beneficio de la industria, que está muy bien, pero alguien se debería quedar. Y de ahí depende nuestra calidad. Este problema es común en las universidades, pero es cierto que países como Reino Unido o Francia lo han resuelto importando talento de otros países. No es extraño ver a profesores magrebís en Francia o en Canadá, o asiáticos en EEUU. Sin embargo, en España hay mucha rigidez para reconocer títulos y eso no nos hace atractivos. No puede ser que haya más iberoamericanos en Francia que en España, cuando aquí compartimos idioma.

-¿No creen que sobran profesores asociados en la universidad y faltan fijos?

-Los profesores asociados son necesarios, pero es cierto que tenemos un exceso. La formación más especializada se requiere, pero hay un porcentaje no muy alto de asociados que no está justificado. En la rama de salud es normal, por ley. Para tener una situación más estable haría falta una carrera más competitiva, más financiación en nuestros salarios para que nos hagan atractivos... En plazas de ayudante doctor, que es el primer paso para después de 5 años poder acreditarte y lograr una plaza estable, muchas se quedan desiertas, sin candidatos. Pero no solo pasa en Zaragoza, sino en la universidad española porque ahora la empresa ya coloca y, si lo hace, no podemos competir con ella.

-¿Le frusta la Ley de Contratos del Sector Público?

-Frusta mucho y la universidad está muy preocupada porque esta ley es un freno. No podemos tener investigadores solicitando un contrato menor cada media hora, porque hacer investigación no es eso. Todo eso uno lo mezcla en una coctelera y genera mucha frustración porque la gente se adapta, pero estamos sobrellevando una situación a que no se tenía que haber llegado. No costaba nada que hubiera llamado a la Crue para preguntar qué pasaría si la i+D+I entraba en esa ley de contratos. Tengo la sensación de que estamos pagando muy caro en la investigación la sensación de corruptela que sobre el dinero se ha instalado en la sociedad española.

-¿Se han parado proyectos en la universidad?

-Me consta que sí, que ha habido proyectos que se han frenado porque las empresas proveedoras no han aceptado. Ellas quieren resultados y se ha tenido que decir que no. ¿Cuántas noticias de corrupción salen de las universidades públicas o del CSIC? No hay nada más inspeccionado que la universidad española, yo personalmente fui inspeccionado por un proyecto europeo y le aseguro que te miran hasta el número que calzas. Estamos controlados de forma tremenda y no tiene sentido que haya gente renunciando a contratos por esto.

-La ley les aleja de Europa.

-La mayoría de países están fuera de esta ley. Parar un mes en el desarrollo de un fármaco, por ejemplo, porque se necesita material que no se puede comprar es quedarnos atrás, es perder el pie. La mayor parte de los países tienen otros modelos de investigación que no exigen rendir cuentas de forma previa, sino de forma posterior.

-¿Plantean alguna estrategia con los campus de Huesca y Teruel?

-La estrategia para nosotros sigue siendo la especialización. En el de Teruel están llenos Informática y Psicología; en el de Huesca, Nutrición y Salud y Deporte. Tenemos que tener la especialidad como bandera.