El expresidente del Gobierno, Felipe González, defendió ayer en Zaragoza las listas abiertas en los partidos, para que los ciudadanos "tengan más capacidad de decisión sobre las personas que le van a representar". Consideró que tras casi 40 años de democracia, es hora de que las personas puedan decidir "a qué partido votar pero a quién quieren tachar de la lista que se les presenta". En un coloquio celebrado en un abarrotado Teatro Principal de Zaragoza --en el que abundaron los dirigentes socialistas (faltó Lambán, no así Belloch)-- González defendió la democracia representativa y el modelo de primarias, aunque mostró más dudas sobre la conveniencia de hacerlas abiertas más allá de la militancia.

"Están muy bien las primarias abiertas para que no solo participen los militantes, sino el que quiera, pero tiene que crear su propio censo, porque si no pueden fallar las garantías, y la democracia implica garantías. Además, alguien se puede apuntar en cinco sitios a la vez si no lo hay y a lo mejor es alguien que no tiene buena fe", señaló el expresidente español, quien se tuvo que oír la contundente discrepancia de la secretaria de organización del PSOE aragonés, Eva Sáenz, respecto a la conveniencia de que la democracia sea directa. Mientras Sáenz abogó por el derecho de los ciudadanos a ser consultado con asiduidad en la toma de decisiones de Gobierno, González indicó que tiene el inconveniente de que puede fallar la gobernanza. Sáenz también discrepó respecto a la posibilidad de que haya listas abiertas, ya que precisó que se corre el riesgo de que los partidos se perdieran en pugnas entre individuos.

González habló casi de todo, en una hora y media en la que fue interpelado por la propia Sáenz, Daniel Gascón, María López y Luis Alegre. Moderó Eva Pérez Sorribes, quien llegó a preguntarle cómo se puede entender la participación en consejos de administración de grandes empresas de expresidentes del Gobierno. González se defendió --acaba de abandonar Gas Natural-- asegurando que solo ha entrado 14 años después de dejar el Ejecutivo.

González presentó su libro En busca de respuestas, ya que aseguró que a sus 71 años sigue haciéndose preguntas. Lamentó que se esté "destruyendo la sanidad y la educación", que volverá a poner a España a la cola. Defendió la idea de Europa --"ahora tiene más de museo que de laboratorio-- y cuestionó a sus líderes, al tiempo que lamentó que "la izquierda esté distraída". Actuó como un gurú y demostró que su controvertida figura sigue gozando de un gran carisma.