Más de 1.000 kilos de setas de la especie lactarius deliciosus, o rebollones, que no reunían las condiciones higiénico-sanitarias para el consumo humano, fueron incautados por la Guardia Civil en una furgoneta a la altura de Pina de Ebro con destino a Barcelona. Esta acción se produce pocos días después de que fuera interceptada en Calatayud una partida de 800 kilos de setas no aptas para su comercialización.

En la última intervención, los agentes de la Guardia Civil encontraron los hongos la noche del jueves pasado, cuando realizaban un servicio de verificación fiscal en la A-2 por Pina de Ebro. Allí inspeccionaron una furgoneta isotérmica alquilada que transportaba estas setas.

Tras las gestiones oportunas, los agentes comprobaron que la mercancía no cumplía las condiciones higiénico sanitarias y documentales legalmente establecidas. Entre otra cosas, según dichas fuentes, la mercancía no tenía documento mercantil alguno, es decir factura o similar que reflejara la titularidad, su origen y destino, carecía de etiquetado que acreditara su origen y además era transportado en cajas que evidenciaban haber contenido otros productos, probablemente vegetales.

El conductor indicó que los níscalos habían sido adquiridos en un almacén de Calatayud, del que no ofreció ningún dato. Sí aportó varias hojas de etiquetas identificativas de su propia empresa, que pegaba de manera ordinaria a las cajas de níscalos que transportaba, para proceder a su venta en Barcelona.

De esta manera conseguiría introducir el producto en un centro distribuidor identificando a su empresa como productora primaria de la mercancía, reflejando esto un origen falso del producto. La Guardia Civil considera que el conductor de la furgoneta podría haber adquirido la mercancía a proveedores no autorizados y que esta persona es titular de una empresa que cuenta exclusivamente con habilitación para la distribución de hongos, pero que no le está permitido etiquetar un producto primario sobre el que no se realiza transformación.

Durante este servicio se inspeccionó una segunda furgoneta que también transportaba 55 kilos de rebollones y que presuntamente carecía de las condiciones sanitarias y documentales oportunas. Los conductores de ambas furgonetas fueron denunciados por infracciones a la normativa sobre seguridad alimentaria.