Jefe del Servicio de Radiodiagnóstico del Hospital Miguel Servet, acaba de conseguir plaza de profesor titular de la Universidad de Zaragoza.

-¿Es importante para usted la enseñanza?

-Es una faceta muy importante, la enseñanza es algo inherente a cualquier profesional de la medicina que realice su trabajo asistencial en el ámbito hospitalario, siempre he sido un enamorado de la docencia. Era una de las metas de mi carrera profesional.

-¿Qué es más complicado, hacer una placa o 'enfrentarse' a un grupo de alumnos?

-Son conceptos diferentes, pero están muy relacionados: para ser un buen docente hay que ser primero un buen médico asistencial. El buen docente transmite su experiencia, por lo tanto, en mi caso, para enfrentarte a un grupo de alumnos tienes que haber visto antes un buen número de radiografías, debes poseer un amplio bagaje asistencial previo.

- ¿A qué retos se enfrenta la enseñanza en estos momentos?

-La enseñanza universitaria actual está basada en que el alumno adquiera una serie de competencias, entendiendo como tal el conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes del futuro profesional. Es una enseñanza eminentemente práctica, en la que el alumno es el tutor de su propio aprendizaje y el profesor constituye un estímulo a la iniciativa del alumno. Otra característica es el uso de las modernas tecnologías de la información y comunicación. La crisis covid ha puesto de manifiesto que debemos estar preparados para adaptarnos a un entorno por completo virtual de la enseñanza.

-¿Cree que la enseñanza será presencial u 'online'? Imagino que una parte siempre será presencial.

-Pienso que se intentará que la enseñanza sea presencial en la medida de lo posible. En el caso de la profesión médica, en que tan importante es el contacto personal y humano con el paciente, un entorno por completo virtual pudiera no ser el más idóneo, al menos en lo que respecta a prácticas y seminarios. En nuestra disciplina, basada en la imagen, ese entorno virtual nos resulta algo más favorable que en el caso de otras disciplinas médicas o quirúrgicas.

-Y ¿a qué retos se enfrenta la Radiología?

-El radiodiagnóstico ha pasado de ser una especialidad complementaria a constituirse en imprescindible. Las modernas técnicas de imagen asistidas por ordenador: tomografía computarizada, resonancia magnética, las técnicas híbridas o combinadas: PET-TAC, PET-RM, nos permiten ver y diagnosticar casi todo. De manera paralela la faceta terapéutica en manos del radiólogo, la radiología intervencionista, que se contempla como una alternativa válida frente a la cirugía, es cada vez más demandada. El progreso de la especialidad abarca también otros frentes: telerradiología, informática, inteligencia artificial… En suma, se trata de una especialidad muy dinámica, que evoluciona rápidamente, en la que la actualización de conocimientos debe llevarse a cabo cada vez con un intervalo menor de tiempo.

-¿Cree que son uno de los grandes desconocidos para el ciudadano?

-Nuestra especialidad no contempla, salvo en algunas parcelas, el contacto directo con el paciente. Nos encargamos de interpretar e informar las exploraciones demandadas por otros colegas, de ahí el concepto del radiólogo invisible. En relación con la trascendencia de nuestros diagnósticos cada vez somos más conocidos. En la crisis covid, junto a la clínica y las pruebas de laboratorio, la radiología ha desempeñado un importante papel.

-¿Va a cambiar el coronavirus el trabajo en los hospitales en general y en la Radiología en particular?

-Toda crisis constituye un reto para la superación y la mejora, también una llamada a la humildad. Indudablemente habrá un antes y un después de esta crisis. Hemos aprendido la necesidad de una actitud flexible para adaptarnos a un entorno cambiante, los beneficios del teletrabajo, la importancia de disponer de protocolos de estudio abreviados para optimizar los tiempos, la necesidad de mantener una serie de medidas de protección y distanciamiento social para extremar la seguridad de pacientes y profesionales… lo que en conjunto implica la creación de un nuevo sistema de organización de la actividad de los servicios de radiología.

- ¿Qué diferencias y consecuencias tiene el covid-19 con respecto a otros virus, que se vean a través de su trabajo?

-El rasgo fundamental de esta pandemia ha sido su carácter inesperado y rápida propagación, favorecida por las características de nuestro estilo de vida: globalización, viajes, ausencia de fronteras, reuniones multitudinarias… que nos dejó casi sin capacidad de reacción, con efectos colaterales que van más allá del ámbito sanitario, algo también imprevisible, con importantes efectos sicológicos en la población y con serias repercusiones económicas secundarias.

-¿Cómo se han llevado estos meses en su área de trabajo?

-Han sido meses duros, disponíamos de un plan de contingencia, previamente elaborado, que facilitó nuestra tarea. En las fases iniciales la situación puede que desbordase nuestra capacidad de respuesta, conforme se iba acumulando experiencia, la adaptación fue más sencilla, el plan de contingencia se iba renovando y adaptando a las circunstancias del momento, cada día aprendíamos algo nuevo.

-Y todavía no hemos salido de la crisis.

-Así es, pero creo que hay que ser optimistas: cada día vamos conociendo y aprendiendo un poco más sobre las distintas facetas de la enfermedad, intentaremos sacar provecho de la experiencia acumulada, surgirán nuevos tratamientos, incluso aplicaciones de inteligencia artificial para el diagnóstico, y probablemente, en un futuro inmediato, una vacuna eficaz. Saldremos fortalecidos.

-Tercera generación de radiólogos. ¿Qué le atrajo para seguir la tradición?

-Desde niño viví la medicina en casa porque mis padres eran médicos y, además, radiólogos. Mi abuelo paterno fue uno de los pioneros de la especialidad. Obtuve uno de los primeros números en la convocatoria MIR lo que me permitió elegir plaza de radiodiagnóstico en el Hospital Miguel Servet. No quedaba otra opción…