Los dos cuerpos momificados que se atribuyen a Diego e Isabel, los Amantes de Teruel, datan del siglo XIV, según el análisis realizado en un laboratorio especializado de Miami (EEUU) sobre muestras biológicas tomadas a los cadáveres. El director general de Patrimonio del Gobierno de Aragón, Jaime Vicente, informó en rueda de prensa de que los datos apuntan a que ambos cuerpos pertenecen a personas que murieron entre 1300 y 1390.

Vicente explicó que se tomaron siete muestras de ambos cuerpos, uno relativamente bien conservado y el otro en peor estado, de tejidos musculares y de la piel. Para Vicente, los más probable es que ambos individuos fallecieron posiblemente a principios del siglo XIV y de este modo se rechaza la creencia de que fueran restos más modernos.

Los resultados de los análisis, según las diferentes muestras, arrojan datos de una antigüedad máxima del año 1260, con un margen de error de unos 40 años, pero otros arrojan fechas del siglo XIV y XV. En el cuerpo peor conservado, que parece corresponder a una mujer, el estudio de algunos de los restos señalan entre 1660 y 1950, ya que podrían corresponder a piel utilizada en "restauraciones", ante el mal estado del cadáver.

No obstante, el director general de Patrimonio señaló que lo importante es que se trata de una leyenda que se ha generalizado en la ciudad de Teruel y modificada por los turolenses con el paso del tiempo, "más que la realidad de si existieron estos personajes".

Jaime Vicente manifestó que hasta el momento no se han realizado estudios antropológicos de los cuerpos y que posiblemente se llevarán a cabo en un futuro próximo. Paralelamente, el archivero del Obispado de Teruel, Pedro Hernández, presentó un documento de 1619 encontrado en la catedral en el que se refieren hechos sobre los Amantes.

Se trata de un proceso eclesiástico contra tres racioneros (eclesiásticos) de Teruel y un sacristán, quienes al parecer en abril de 1619 consiguieron desenterrar, "en acciones nocturnas", unos cuerpos momificados en la capilla de los Médicos de la iglesia de San Pedro.

Estos cuerpos, según declaran en el proceso, son "los de Juan Martines de Marcilla e Isabel de Segura", que hicieron público el descubrimiento y que según ellos confirma "lo que por tradiciones de antepasados se tenía por cierto".