Más allá de ser una pandemia, el covid-19 se ha convertido en un tsunami que arrasa con todo que se encuentra a su paso. Los autónomos aragoneses viven con mucha incertidumbre su realidad y a algunos la ola ya se les ha llevado por delante. Estos trabajadores por cuenta propia necesitan trabajar a toda costa para salvar su negocio pero la situación y las ayudas parece que no llegan desde ningún lado y terminan por ahogar cualquier atisbo de reactivación.

Una de ellas es Ángel, exdueño de la copistería Arenal situada en la calle Pedro Cerbuna de Zaragoza. Después de 40 años en el mundo laboral y 25 años regentando este negocio y con vistas a su jubilación, he tenido que cerrar antes de tiempo porque la situación no daba para más. «Me iba a jubilar al año que viene, pero con esto del covid-19 se han adelantado las circunstancias», señalaba Ángel. Su negocio «siempre ha funcionado muy bien», pero desde que comenzó el estado de alarma y se cerró la Universidad la situación no parecía cambiar de rumbo.

«Llevábamos siete meses sin universidad, sin ingresos y la falta de actividad se ha notado mucho». «Dependes del estudiante al 90% y si estás al lado de la universidad, como es mi caso, todo irá bien, pero sin estudiantes el negocio no funciona», añadía Ángel.

Por otro lado, el expropietario de esta copistería zaragozana alababa el valentía de los nuevos dueños de emprender el negocio vista la nueva realidad de los autónomos. «Ahora hay una incertidumbre total, y los nuevos dueños han tenido el valor para emprender este negocio en estas circunstancias», comentaba Ángel. Asimismo, reconocía que dos de las copisterías más importantes de Zaragoza todavía no habían abierto al público y subsistían por su servicio de imprenta.

Con vistas al futuro, no por ser únicamente un negocio vinculado al sector de la educación, Ángel tiene claro que la vuelta al cole «marcará el funcionamiento a nivel laboral de todo el país, lo marcará todo». Además, ve fundamental «el enfoque» que se le dé a la nueva realidad en todos los centros educativos, porque de ello dependen muchos otro negocios, como las copisterías, pero también las tiendas de ropa o los servicios de catering que trabajan para muchos colegios.