Hasta entonces, el partido había sido soso, aburrido y sin emoción. La estrategia ultradefensiva del consejero de Sanidad, Ricardo Oliván, y el ataque desordenado de parte de los partidos de la oposición depararon un choque rancio y tedioso. Daba la impresión de que nadie había preparado suficientemente bien el encuentro. Eso, o un exhaustivo estudio del rival y sus puntos débiles. Así que el bostezo marcó la contienda hasta sus últimos compases. Se acababa el tiempo. Y la especulación.

Fue entonces cuando los equipos se liberaron y se desató el espectáculo. "Tenía que cambiar de mediocentro. Es como cuando se juega a empatar y en el minuto 75 vas a ganar el partido. Eso es lo que se ha tratado de hacer con el relevo en la gerencia del Salud: cambiar de mediocentro y optar por un cerebro con un perfil más ofensivo porque ahora vamos a jugar a ganar". Así explicó Oliván en las Cortes de Aragón el despido de María Ángeles Alcutén, a la que hace un mes y medio destituyó --junto al gerente del sector I y II y del hospital Miguel Servet, José Huelin-- para ser sustituida por Ángel Sanz, el nuevo gerente del Salud.

El partido se animó. La portavoz de IU, Patricia Luquin, advirtió de que el cambio necesario no era de jugadores "sino de entrenador" y entró con fuerza. "Al que lo hace bien se le cesa, por lo que es mejor hacerlo mal". Oliván contraatacó. "Ustedes en mi lugar habrían hecho lo mismo que yo", aseveró, dirigiéndose a todos los grupos. El portavoz socialista, Eduardo Alonso, pasó al ataque. "Hay algo más: las discrepancias entre el Salud y el departamento, que está más en la onda privatizadora de la sanidad madrileña, y tanto Alcutén como Huelin han sido dos cabezas de turco", indicó.

ELOGIOS A ALCUTÉN

Previamente, el consejero había ensalzado al efectivo saliente. "Quiero destacar el excelente papel de Alcutén en el cumplimiento de las tareas encomendadas. Es una magnífica profesional, con una gran entrega y dedicación", subrayó antes de rescatar la idoneidad de recurrir a "otro perfil" para enfocar "otra etapa". Ahí, de nuevo, surgió Luquin. "¿Etapa? ¡Si apenas llevaba un año en el cargo!", espetó. "Incluyo a Alcutén y Tenza en la misma", profundizó el consejero, que quedó en posición dudosa cuando se refirió al despido de Huelin. "Ese sí fue por falta de confianza", dijo.

Porque la confesión provocó el asombro colectivo, ya que, hasta ahora, Oliván había negado cualquier distancia, brecha, confrontación o pérdida de complicidad con cualquiera de los dos despedidos. "Ustedes habrían hecho lo mismo en mi posición, teniendo en cuenta lo que hay en el departamento y lo que está por venir". Se fue Oliván. Entró Sanz. El cerebro.