POR

ADRIANA OLIVEROS

En plena era del divorcio, algunos todavía tienen la manía de casarse. Y los hay incluso dispuestos a recasarse . Por ejemplo, las ochenta parejas que participaron ayer en la celebración colectiva de las bodas de plata que, desde la década de los noventa, organiza la Iglesia de San Antonio de Padua de Zaragoza. El padre Miguel María Andueza ofició una amena misa, durante casi hora y media. Mientras, un pequeño comité organizador parroquial, dirigido por Angustias Conde y formado por María Josefa del Pozo, María Gracia, Amelia Ubieto, Josefina Martínez, María Lacueva, María del Carmen Pinto, María Antonia Gilaberte y Tina Lamas ultimaba los preparativos para el posterior piscolabis. Allí acudieron todos. Familiares, amigos y también novios y novias . Los que habían quedado después de localizar por internet a las 354 parejas que se casaron hace 25 años en San Antonio y hacer la criba para quitar separados, divorciados y demás. Todo para cumplir con una tradición que inició el padre Martín Irure y que popularizó Andueza, dicen. Entre los contrayentes, los hubo hasta que soltaron alguna lagrimita. Algunos habían llegado desde fuera para renovar sus votos, como Begoña Sanmartín y Octavio Herrero, de Madrid, o Ana María Espligares y Jesús Gil, de Pozuelo, y compartirlos con otras parejas como la de Benito Conde y Lourdes Mainar, dueños de la Yeguada Aragón, o la que forman la mamá artista de Salesianos Carmen Lidón y su marido, Manuel Sancho. Se pusieron todos para la foto (menos María Jesús Pinilla y Elías Royo, que no llegaron a tiempo). Salieron sonrisas de patata. Siguieron con pinchos de lo mismo. Chinchín. Y que coman perdices.