Los más de 5.000 kilómetros que separan Ghana de la capital aragonesa no fueron un obstáculo para que un joven de 16 años decidiera dejar todo atrás para luchar por un futuro más próspero que en su país. Un sueño que le llevó, como a muchos otros inmigrantes, a embarcarse en una patera con destino a España. Con lo que no contaba es que el hambre después de tantos días de ruta le iba a obligar a dejar atrás los temores a ser detenido por estar en situación irregular y a pedir ayuda a dos agentes de la Policía Local de Zaragoza que patrullaban.

Todo ocurrió en la tarde del lunes en la calle Ramón Campoamor del barrio de las Delicias. Un joven desorientado y solo se dirigió a los policías y les exclamó: «Tengo hambre y miedo, nadie me acompaña». Ante tal situación, los agentes le calmaron y le dijeron que se tranquilizara, que estaban para ayudarle y que le iban a invitar a algo en un bar cercano. Tras servirle una consumición, los dos policías municipales le dijeron que no se iba a quedar solo, pero que tenían que ir a comisaría.

Como la Policía de Zaragoza no tiene competencias en materia de inmigración, la patrulla le trasladó a las dependencias de la Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales de la Policía Nacional que, casualmente, está localizada en el barrio Delicias. Allí se le tomaron huellas para tratar de identificarle, si bien no estaba registrado. Ante el silencio del joven, derivado de la situación, la Policía Nacional decidió activar el protocolo de estos casos, siendo asistido sanitariamente en el hospital Clínico Lozano Blesa de la capital aragonesa, donde se comprobó su buen estado de salud y se le realizaron unas pruebas radiológicas de cara a determinar la edad exacta del joven. Los análisis óseos determinaron que el chico tenía 16 años, por lo que se puso en manos de Servicios Sociales del Gobierno de Aragón.

Según fuentes policiales, el Ejecutivo autonómico será, hasta que cumpla la mayoría de edad, el que tenga su guarda y custodia. Es por ello que ya permanece en un centro de menores.

Cuando tenga 18 años se verá obligado a abandonar el centro al no tener ya derecho a estar bajo la tutela de una administración. Es el momento en el que quedan en la calle, sin ningún recurso ni atención, con un NIE temporal que el Gobierno les facilita, aunque con ese papel no se les esté autorizado el poder trabajar.

El caso de este menor no suele ser habitual en Zaragoza en detrimento de otros territorios españoles como Andalucía. De los 3.374 menores extranjeros no acompañados contabilizados por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social a finales de junio del pasado año, más de 2.000 estaban bajo la tutela de la Junta anzaluza. Con respecto al 2015 la cifra se ha multiplicado un 60%.