Ha parecido más una guerra que una crisis. A los jardineros solo les faltó decir: «A las barricadas». Casi ni eso. Tres semanas largas estuvieron en su campamento de la plaza Europa manteniendo vivo el combate que la crisis del coronavirus se ha llevado por delante. Se acabó la huelga de los trabajadores de Parques y Jardines de Zaragoza, 58 días de enfados y llantos, de escraches y alborotos, de incomprensión, de desacuerdos que salpicaron incluso al alcalde de la ciudad. Ni siquiera el último escollo fueron los pluses de los jefes de servicio que la empresa quería incluir y ha incluido en el convenio colectivo, que tanto dieron que hablar y que fueron la causa, por ejemplo, de que Jorge Azcón echase a los trabajadores de un pleno municipal. Al final, los jardineros, agotados y «por responsabilidad» del momento, firmaron la última propuesta hecha por FCC.

Exactamente eso quiso recalcar la empresa en su comunicado: «Cabe destacar que se reconocen los pluses de personal, que tenía reconocidos desde antes del anterior pliego de condiciones: el personal técnico, administrativo y mandos intermedios. Constituyendo los mismos una cláusula social a respetar, como así figuraba en el último pliego de condiciones», se informó desde la dirección de FCC, que aprobó los siguientes incrementos salariales: subida de un 3% este año, en el año 2021 (el IPC real del 2020 más un 1%); en el 2022 (el IPC del 2021 más un 1%; en el 2023 (IPC del 2022 más un 1,5%); y en el 2024 (IPC del 2023 más un 1,5 %).

También se llegó a un acuerdo en lo que respecta al absentismo, a la vez que el comité de huelga ha desistido de los procedimientos judiciales interpuestos contra la empresa, en referencia a los servicios mínimos de la pasada huelga, y por vulneración de derechos fundamentales.

Además, recoge la garantía de que al finalizar el convenio se actualizarán las tablas salariales con el IPC hasta la firma de un nuevo convenio colectivo; la paga verde se abonará en marzo; ampliación del devengo de antigüedad hasta los 32 años; y un nuevo plus peligroso para espacios confinados y trabajos en tensión eléctrica.

Pese al optimismo, hubo un matiz de ambas partes: «La eficacia de este principio de acuerdo queda pendiente de la firma definitiva del convenio, y una vez se clarifiquen todas las incertidumbres motivadas por el estado de alarma, y que todas las partes podamos asumir los compromisos que se negocien», manifestaron desde la empresa. Los empleados fueron por un camino parecido: «Se ha llegado a un preacuerdo para la firma de un convenio colectivo que tendrá que esperar a que finalice el estado de alarma decretado por el Gobierno y que deberá ser ratificado por la asamblea de trabajadores y trabajadoras».

El conflicto comenzó con el año y se convirtió en oficial el 20 de enero con una marcha de 200 trabajadores desde la sede de FCC, en la carretera de Castellón, hasta el ayuntamiento. Algunos ya barruntaban entonces que el conflicto iría para largo. En el 2014 estuvieron un mes de huelga y «ahora el asunto es más serio», anticipaban. Se revolvieron primero por el anuncio de la concejala de Servicios Públicos, Natalia Chueca, de dividir en lotes la contrata, algo que entendían que les debilitaría como plantilla.

Pronto consiguieron que eso no fuese así con el compromiso del alcalde, Jorge Azcón, que se convirtió en parte protagonista de la historia. Primero se reunió con ellos para ofrecerles su ayuda, más tarde les obligó a abandonar el salón de plenos por sus interrupciones y, por último, se puso en primera plana al asegurar que sabía lo que tenía que hacer, y que lo haría. Pero no hubo manera. La huelga siguió, los jardineros cargaron también contra el PSOE y acorralaron en la Cincomarzada a Sara Fernández, la vicealcaldesa, que tuvo que abandonar escoltada por la Policía Local. El golpe final estaba por llegar con la crisis sanitaria que ha convertido cualquier otro problema del país en poca cosa.

De vuelta al trabajo

No se hará de esperar el regreso de los jardineros a su actividad habitual. Esta misma mañana volverán a ocupar sus puestos repartidos por los parques y jardines de toda la ciudad. El hecho de trabajar al aire libre, al parecer, no les hace estar en riesgo por el coronavirus siempre que guarden todas las medidas de seguridad, distancias, etcétera. En principio, si hay algún trabajador que se encuentre en riesgo por afecciones respiratorias u otras similares, dejará su puesto de inmediato. Muchos están agotados y otros, necesitados. La mayoría, no obstante, con ganas de volver.

El alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, ha sido uno de los protagonistas de la huelga de los jardineros. No solo pareció estar siempre cerca de su lucha, sino que se reunió con ellos varias veces en una relación desigual que tuvo su último episodio hace unos días en el Mercado Central, donde los trabajadores le volvieron a pedir que acabara con la huelga. Antes, Azcón los había echado de un pleno por interrumpirlo, un día antes de sacar la mano izquierda y lograr que le aplaudieran al ponerse en primera línea. “Lo importante es que impera el sentido común y se pone fin a la huelga, aunque hoy hay prioridades más importantes para la ciudad», dijo.