Lo bueno que tiene el estar aquí, en provincias, es que cuando las cosas se ponen muy espesas y desagradables en la capital del Reino puedes desconectar, meterte en tu mundillo y sostener benévolos debates sobre si lo de recibir con pasacalles y majorettes a los primeros viajeros que lleguen de Londres es un gesto gracioso o una horterada. A mí me parece que no está mal la idea, aunque no sea original. De todas formas, como en Aragón casi siempre andamos retrasados en lo que a fenómenos sociales se refiere, pues tampoco tiene importancia esa falta de originalidad. ¿Vienen los turistas en los vuelos baratos de Ryanair ? Pues hagamos como en Mallorca allá por los Sesenta: coros y danzas, cuadros de jota, algún munícipe echando discursos y, más adelante, cuando el que baje por la escalerilla sea el visitante un millón o diez millones, le obsequiamos con estancias gratis y recepciones en la Casa Consistorial. Así se ha hecho toda la vida desde que don Manuel Fraga era ministro.

Quieran los dioses que todos los debates que hayamos de tener en el futuro sean tan inocuos como éste y no tan inicuos como podrían llegar a serlo en el caso de que tan hermoso futuro de aeroplanos y exposiciones internacionales se malogre por las mamarrachadas políticas al uso.

Por ahora vamos bien, porque los primos de Trieste se han metido en un tiberio jurídico-urbanístico que ni nosotros en nuestros mejores momentos lo hubiésemos hecho mejor. En cambio, aquí llevamos el tema al día y las instituciones públicas que han de ponerse de acuerdo para realizar y pagar la Expo están gobernadas por el mismo partido, que es el PSOE (en un sitio con el PAR y en otro con CHA). Siempre cabe, es cierto, que a los socialistas les dé uno sus perrengues y se pongan a forcejear entre ellos (por aquello de figurar y tocar pasta), los de Pérez contra los de Belloch y éstos contra los de Marcelino. Así que nada, crucen los dedos... y de este tema que no se enteren los turistas.